Sabiduría, 16
14. El hombre, en cambio, puede matar por su maldad, pero no hacer tornar al espíritu que se fue, ni liberar al alma ya acogida en el Hades.
14. El hombre, en cambio, puede matar por su maldad, pero no hacer tornar al espíritu que se fue, ni liberar al alma ya acogida en el Hades.
El Capítulo 16 de la sabiduría habla sobre la acción de Dios en la historia de su pueblo, mostrando cómo actúa con la justicia y la misericordia. También destaca cómo los pecadores son castigados por sus acciones y cómo los que confían en Dios son recompensados. A continuación hay cinco versos relacionados con los temas abordados en la sabiduría 16:
Deuteronomio 7:9: "Sepa, por lo tanto, que el Señor, su Dios, es Dios; él es el Dios fiel, que sostiene el pacto y la bondad para mil generaciones de los que aman y lo obedecen en sus mandamientos". Este versículo destaca la fidelidad de Dios a su pueblo y la importancia de la obediencia a sus mandamientos.
Salmo 145:17: "El Señor es justo en todos sus caminos y amables en todas sus obras". Este salmo exalta la justicia y la bondad de Dios, características que se evidencian en el Capítulo 16 de la sabiduría.
Eclesiástico 16:12-13: "Ha creado al hombre desde el principio y lo dejó en manos de su consejo; si quieres, mantendrás los mandamientos y que hagan su voluntad, te mantendrá fiel". Este versículo muestra cómo Dios creó al hombre con la capacidad de elegir sus formas, pero también ofrece la posibilidad de mantenerse fiel a él.
Jeremías 17:10: "Yo, el Señor, el escuadrón mi corazón y provocamos pensamientos, para dar a cada uno de acuerdo con sus caminos, de acuerdo con el fruto de sus obras". Este versículo enfatiza la justicia de Dios en la recompensa o castigo de cada persona, de acuerdo con sus actos.
Mateo 25:46: "Y irán al castigo eterno, pero al justo, a la vida eterna". Este versículo habla sobre la separación entre los justos y los malvados en la vida después de la muerte, mostrando la importancia de seguir los caminos de Dios.
“Onde há mais sacrifício, há mais generosidade.” São Padre Pio de Pietrelcina
