Katholische Bibel
 

Nehemías, 3

10. Junto a él trabajó Iedaías, hijo de Jarumaf, al frente de su casa, y a continuación Jatús, hijo de Hasabnías.

Verse im Zusammenhang mit Nehemías, 3:

Nehemías 3 describe la reconstrucción de las paredes de Jerusalén después del regreso del exilio babilónico. Los siguientes versos también tratan con edificios y reformas en la Ciudad Santa y la Casa de Dios.

Ezra 6:15: "Y la casa estaba lista el tercer día del mes de Adar, en el sexto año del reinado del rey Darius". Este versículo habla de la reconstrucción del templo en Jerusalén, que se completó con la ayuda del rey Darío, como se describe en Ezra 6.

Nehemías 2:17: "Entonces dije a los líderes, a los oficiales y al resto de la gente:" El trabajo es grande y extenso, y estamos separados en la pared, lejos del otro "." Nehemías habla sobre el Gran trabajo de reconstrucción de la ciudad y la necesidad de trabajar juntos, incluso en diferentes lugares.

2 Crónicas 33:14: "Después de eso, Manasseh reconstruyó la pared exterior de la ciudad de David, al oeste de Gion, en el valle, a la entrada de la puerta del pescado y alrededor de Monte Ofl; también lo levantó mucho". Este versículo habla de la reconstrucción de la pared exterior de la ciudad de Jerusalén, que también se realizó durante el tiempo del Antiguo Testamento.

Salmo 122:7: "Hay paz dentro de tus paredes, seguridad en tus palacios". Este salmo habla de la importancia de la paz dentro de los muros de la ciudad santa de Jerusalén.

Nehemías 4:6: "Por lo tanto, reconstruimos la pared, y todo el muro se unió a la mitad; para la gente trabajaba en el trabajo". Este versículo muestra progreso en la reconstrucción del muro y la unión de las personas en torno a este gran trabajo.





“Pobres e desafortunadas as almas que se envolvem no turbilhão de preocupações deste mundo. Quanto mais amam o mundo, mais suas paixões crescem, mais queimam de desejos, mais se tornam incapazes de atingir seus objetivos. E vêm, então, as inquietações, as impaciências e terríveis sofrimentos profundos, pois seus corações não palpitam com a caridade e o amor. Rezemos por essas almas desafortunadas e miseráveis, para que Jesus, em Sua infinita misericórdia, possa perdoá-las e conduzi-las a Ele.” São Padre Pio de Pietrelcina