Katholische Bibel
 

Levítico, 3

8. impondrá su mano sobre la cabeza del animal ofrecido, y lo inmolará delante de la Carpa del Encuentro. Luego los hijos de Aarón rociarán con su sangre todos los costados del altar.

Verse im Zusammenhang mit Levítico, 3:

Levítico 3 trata la oferta de sacrificio de paz, que se ofrece voluntariamente como un acto de gratitud y comunión con Dios. El capítulo describe los requisitos para el sacrificio de los animales de la bandada, como las ovejas, las cabras y el ganado. Los versos seleccionados son:

Levítico 22:29-30: "Cuando ofreces un sacrificio de Acción de Gracias al Señor, ofrece de tal manera que sea aceptable. El mismo día lo comen. No dejes que nada se vaya hasta la mañana siguiente. Señor. " Este versículo habla sobre la importancia de ofrecer el sacrificio de Acción de Gracias aceptablemente a Dios y consumirlo el mismo día, que es un principio importante en el Capítulo 3.

Hebreos 13:15: "A través de Jesús, por lo tanto, ofrecamos continuamente a Dios un sacrificio de alabanza, que es el resultado de los labios que confiesan su nombre". Este versículo muestra que aunque ya no estamos obligados a ofrecer sacrificios de animales, aún podemos ofrecer sacrificios a Dios, como el sacrificio de alabanza.

Salmo 50:14: "Ofrezca a Dios para sacrificar su gratitud, cumpla sus votos al Altísimo", este verso nos recuerda que el sacrificio de la paz fue un acto de gratitud y comunión con Dios, y que podemos ofrecer nuestros propios sacrificios de gratitud y compromiso.

Isaías 53:5: "Pero fue perforado debido a nuestras transgresiones, fue aplastado por nuestras iniquidades; el castigo que nos trajo la paz fue sobre él, y por sus heridas fuimos sanados". Este versículo nos recuerda que Jesús es el sacrificio final que trae la paz entre Dios y el hombre.

Romanos 5:1: "Habiendo sido justificado por la fe, tenemos paz con Dios, por nuestro Señor Jesucristo", este versículo destaca la importancia de la paz con Dios y cómo se logra a través de Jesucristo.





“Desapegue-se daquilo que não é de Deus e não leva a Deus”. São Padre Pio de Pietrelcina