Encontrados 1411 resultados para: vosotros

  • La tierra no puede venderse para siempre, porque la tierra es mía, ya que vosotros sois para mí como forasteros y huéspedes. (Levítico 25, 23)

  • También podréis comprarlos entre los hijos de los huéspedes que residen en medio de vosotros, y de sus familias que viven entre vosotros, es decir, de los nacidos en vuestra tierra. Esos pueden ser vuestra propiedad, (Levítico 25, 45)

  • y los dejaréis en herencia a vuestros hijos después de vosotros como propiedad perpetua. A éstos los podréis tener como siervos; pero si se trata de vuestros hermanos, los israelitas, tú, como entre hermanos, no le mandarás con tiranía. (Levítico 25, 46)

  • Perseguiréis a vuestros enemigos; que caerán ante vosotros a filo de espada. (Levítico 26, 7)

  • Cinco de vosotros perseguiréis a cien, y cien de vosotros perseguiréis a 10.000; vuestros enemigos ante vosotros caerán a filo de espada. (Levítico 26, 8)

  • Yo me volveré hacia vosotros. Yo os haré fecundos, os multiplicaré y mantendré mi alianza con vosotros. (Levítico 26, 9)

  • Estableceré mi morada en medio de vosotros y no os rechazaré. (Levítico 26, 11)

  • Me pasearé en medio de vosotros, y seré para vosotros Dios, y vosotros seréis para mí un pueblo. (Levítico 26, 12)

  • también yo haré lo mismo con vosotros. Traeré sobre vosotros el terror, la tisis y la fiebre, que os abrasen los ojos y os consuman el alma. Sembraréis en vano vuestra semilla, pues se la comerán vuestros enemigos. (Levítico 26, 16)

  • Me volveré contra vosotros y seréis derrotados ante vuestros enemigos; os tiranizarán los que os aborrecen y huiréis sin que nadie os persiga. (Levítico 26, 17)

  • Soltaré contra vosotros las fieras salvajes, que os privarán de vuestros hijos, exterminarán vuestro ganado y os reducirán a unos pocos, de modo que vuestros caminos queden desiertos. (Levítico 26, 22)

  • también yo me enfrentaré con vosotros, y os azotaré yo mismo siete veces más por vuestros pecados. (Levítico 26, 24)


“Viva feliz. Sirva ao Senhor alegremente e com o espírito despreocupado.” São Padre Pio de Pietrelcina