Encontrados 40 resultados para: tercera
Que venga en la segunda vigilia o en la tercera, si los encuentra así, ¡dichosos de ellos! (Lucas 12, 38)
Por tercera vez les dijo: «Pero ¿qué mal ha hecho éste? No encuentro en él ningún delito que merezca la muerte; así que le castigaré y le soltaré.» (Lucas 23, 22)
Esta fue ya la tercera vez que Jesús se manifestó a los discípulos después de resucitar de entre los muertos. (Juan 21, 14)
Le dice por tercera vez: «Simón de Juan, ¿me quieres?» Se entristeció Pedro de que le preguntase por tercera vez: «¿Me quieres?» y le dijo: «Señor, tú lo sabes todo; tú sabes que te quiero.» Le dice Jesús: «Apacienta mis ovejas. (Juan 21, 17)
Después llamó a dos centuriones y les dijo: «Tened preparados para la tercera hora de la noche doscientos soldados, para ir a Cesarea, setenta de caballería y doscientos lanceros. (Hechos 23, 23)
Mirad, es la tercera vez que estoy a punto de ir a vosotros, y no os seré gravoso, pues no busco vuestras cosas sino a vosotros. Efectivamente, no corresponde a los hijos atesorar para los padres, sino a los padres atesorar para los hijos. (II Corintios 12, 14)
Por tercera vez voy a vosotros. Por la palabra de dos o tres testigos se zanjará todo asunto. (II Corintios 13, 1)
Tocó el primero... Hubo entonces pedrisco y fuego mezclados con sangre, que fueron arrojados sobre la tierra: la tercera parte de los árboles quedó abrasada, toda hierba verde quedó abrasada. (Apocalipsis 8, 7)
Tocó el segundo Angel... Entonces fue arrojado al mar algo como una enorme montaña ardiendo, y la tercera parte del mar se convirtió en sangre. (Apocalipsis 8, 8)
Pereció la tercera parte de las criaturas del mar que tienen vida, y la tercera parte de las naves fue destruida. (Apocalipsis 8, 9)
Tocó el tercer Angel... Entonces cayó del cielo una estrella grande, ardiendo como una antorcha. Cayó sobre la tercera parte de los ríos y sobre las manantiales de agua. (Apocalipsis 8, 10)
La estrella se llama Ajenjo. La tercera parte de las aguas se convirtió en ajenjo, y mucha gente murió por las aguas, que se habían vuelto amargas. (Apocalipsis 8, 11)