Encontrados 1821 resultados para: señor

  • La gracia de nuestro Señor Jesucristo sea con vosotros. (I Tesalonicenses 5, 28)

  • Pablo, Silvano y Timoteo a la Iglesia de los Tesalonicenses, en Dios nuestro Padre y en el Señor Jesucristo. (II Tesalonicenses 1, 1)

  • Gracia a vosotros y paz de parte de Dios Padre y del Señor Jesucristo. (II Tesalonicenses 1, 2)

  • y a vosotros, los atribulados, con el descanso junto con nosotros, cuando el Señor Jesús se revele desde el cielo con sus poderosos ángeles, (II Tesalonicenses 1, 7)

  • en medio de una llama de fuego, y tome venganza de los que no conocen a Dios y de los que que no obedecen al Evangelio de nuestro Señor Jesús. (II Tesalonicenses 1, 8)

  • Estos sufrirán la pena de una ruina eterna, alejados de la presencia del Señor y de la gloria de su poder, (II Tesalonicenses 1, 9)

  • para que así el nombre de nuestro Señor Jesús sea glorificado en vosotros, y vosotros en él, según la gracia de nuestro Dios y del Señor Jesucristo. (II Tesalonicenses 1, 12)

  • Por lo que respecta a la Venida de nuestro Señor Jesucristo y a nuestra reunión con él, os rogamos, hermanos, (II Tesalonicenses 2, 1)

  • que no os dejéis alterar tan fácilmente en vuestro ánimo, ni os alarméis por alguna manifestación del Espíritu, por algunas palabras o por alguna carta presentada como nuestra, que os haga suponer que está inminente el Día del Señor. (II Tesalonicenses 2, 2)

  • entonces se manifestará el Impío, a quien el Señor destruirá con el soplo de su boca, y aniquilará con la Manifestación de su Venida. (II Tesalonicenses 2, 8)

  • Nosotros, en cambio, debemos dar gracias en todo tiempo a Dios por vosotros, hermanos, amados del Señor, porque Dios os ha escogido desde el principio para la salvación mediante la acción santificadora del Espíritu y la fe en la verdad. (II Tesalonicenses 2, 13)

  • Para esto os ha llamado por medio de nuestro Evangelio, para que consigáis la gloria de nuestro Señor Jesucristo. (II Tesalonicenses 2, 14)


“Onde há mais sacrifício, há mais generosidade.” São Padre Pio de Pietrelcina