Encontrados 145 resultados para: sacerdocio real
Pues bien veía que sin la intervención real era ya imposible pacificar la situación y detener a Simón en sus locuras. (II Macabeos 4, 6)
Menelao se hizo presentar al rey, a quien impresionó con su aire majestuoso, y logró ser investido del sumo sacerdocio, ofreciendo trescientos talentos de plata más que Jasón. (II Macabeos 4, 24)
Provisto del mandato real, se volvió sin poseer nada digno del sumo sacerdocio, sino más bien el furor de un cruel tirano y la furia de una bestia salvaje. (II Macabeos 4, 25)
Menelao dejó como sustituto del sumo sacerdocio a su hermano Lisímaco; Sóstrates a Crates, jefe de los chipriotas. a Crates, jefe de los chipriotas. (II Macabeos 4, 29)
convertir el Templo en fuente de recursos, como los demás recintos sagrados de los gentiles, y poner cada año en venta la dignidad del sumo sacerdocio. (II Macabeos 11, 3)
Por eso aunque despojado de mi dignidad ancestral, me refiero al sumo sacerdocio, he venido aquí (II Macabeos 14, 7)
Recibirán por eso de mano del Señor la corona real del honor y la diadema de la hermosura; pues con su diestra los protegerá y los escudará con su brazo. (Sabiduría 5, 16)
bajó con él a la cisterna y no le abandonó en las cadenas, hasta entregarle el cetro real y el poder sobre sus tiranos, hasta mostrar mentirosos a sus difamadores y concederle una gloria eterna. (Sabiduría 10, 14)
tu Palabra omnipotente, cual implacable guerrero, saltó del cielo, desde el trono real, en medio de una tierra condenada al exterminio. Empuñando como afilada espada tu decreto irrevocable, (Sabiduría 18, 15)
Le afirmó como alianza eterna, y le dio el sacerdocio del pueblo. Le hizo feliz con su espléndido ornamento, le ciño de gloriosa vestidura. (Eclesiástico 45, 7)
Llenó Moisés sus manos, le ungió con óleo santo. Fue ello para él alianza eterna, y para su linaje cuanto dure el cielo, para presidir el culto, ejercer el sacerdocio y bendecir a su pueblo en nombre del Señor. (Eclesiástico 45, 15)
Por eso se hizo con él una alianza de paz, de presidir el santuario y a su pueblo, para que le tocara a él y a su linaje la dignidad del sumo sacerdocio por los siglos. (Eclesiástico 45, 24)