Encontrados 118 resultados para: propia

  • No tengas celos de tu propia mujer, para no enseñarle a hacerte mal. (Eclesiástico 9, 1)

  • Mete en casa al extraño, y te traerá el desorden, te hará extraño a tu propia familia. (Eclesiástico 11, 34)

  • Observa y ponte bien en guardia, porque caminas junto a tu propia ruina. (Eclesiástico 13, 13)

  • El ojo malo se alampa por el pan, hambriento está en su propia mesa. (Eclesiástico 14, 10)

  • El murmurador mancha su propia alma, y es detestado por el vecindario. (Eclesiástico 21, 28)

  • Quien tira una piedra al aire, sobre su propia cabeza la tira, el golpe a traición devuelve heridas. (Eclesiástico 27, 25)

  • Haré comer a tus opresores su propia carne, como con vino nuevo, con su sangre se embriagarán. Y sabrá todo el mundo que yo, Yahveh, soy el que te salva, y el que te rescata, el Fuerte de Jacob. (Isaías 49, 26)

  • Por cuanto su vergüenza había sido doble, y en lugar de afrenta, gritos de regocijo fueron su herencia, por eso en su propia tierra heredarán el doble, y tendrán ellos alegría eterna. (Isaías 61, 7)

  • pueblo que me irrita en mi propia cara de continuo, que sacrifican en los jardines y queman incienso sobre ladrillos; (Isaías 65, 3)

  • Acostémonos en nuestra vergüenza, y que nos cubra nuestra propia confusión, ya que contra Yahveh nuestro Dios hemos pecado nosotros como nuestros padres desde nuestra mocedad hasta hoy, y no escuchamos la voz de Yahveh nuestro Dios. (Jeremías 3, 25)

  • Entonces dijeron: «Venid y tramemos algo contra Jeremías, porque no va a faltarle la ley al sacerdote, el consejo al sabio, ni al profeta la palabra. Venid e hirámosle por su propia lengua: no estemos atentos a todas sus palabras.» (Jeremías 18, 18)

  • Pero de eso de la «carga de Yahveh» no os acordaréis más, porque tal carga sería para cada uno su propia palabra. Porque trastornáis las palabras del Dios vivo, Yahveh Sebaot nuestro Dios. (Jeremías 23, 36)


“A ingenuidade e’ uma virtude, mas apenas ate certo ponto; ela deve sempre ser acompanhada da prudência. A astúcia e a safadeza, por outro lado, são diabólicas e podem causar muito mal.” São Padre Pio de Pietrelcina