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al arvadeo, al semareo y al jamateo. Más tarde se propagaron las estirpes cananeas. (Génesis 10, 18)
y dijo Yahveh: «He aquí que todos son un solo pueblo con un mismo lenguaje, y este es el comienzo de su obra. Ahora nada de cuanto se propongan les será imposible. (Génesis 11, 6)
Ea, pues, bajemos, y una vez allí confundamos su lenguaje, de modo que no entienda cada cual el de su prójimo.» (Génesis 11, 7)
Estando ya próximo a entrar en Egipto, dijo a su mujer Saray: «Mira, yo sé que eres mujer hermosa. (Génesis 12, 11)
Y le dijo: «Yo soy Yahveh que te saqué de Ur de los caldeos, para darte esta tierra en propiedad.» (Génesis 15, 7)
Y sucedió que estando ya el sol para ponerse, cayó sobre Abram un sopor, y de pronto le invadió un gran sobresalto. (Génesis 15, 12)
Yo la bendeciré, y de ella también te daré un hijo. La bendeciré, y se convertirá en naciones; reyes de pueblos procederán de ella.» (Génesis 17, 16)
Salió Lot y habló con sus yernos, los prometidos de sus hijas: «Levantaos, dijo, salid de este lugar, porque Yahveh va a destruir la ciudad.» Pero sus yernos le tomaron a broma. (Génesis 19, 14)
Ven, vamos a propinarle vino a nuestro padre, nos acostaremos con él y así engendraremos descendencia.» (Génesis 19, 32)
En efecto, propinaron vino a su padre aquella misma noche, y entró la mayor y se acostó con su padre, sin que él se enterase de cuándo ella se acostó ni cuándo se levantó. (Génesis 19, 33)
Al día siguiente dijo la mayor a la pequeña: «Mira, yo me he acostado anoche con mi padre. Vamos a propinarle vino también esta noche, y entras tú a acostarte con él, y así engendraremos de nuestro padre descendencia.» (Génesis 19, 34)
Propinaron, pues, también aquella noche vino a su padre, y levantándose la pequeña se acostó con él, sin que él se enterase de cuándo ella se acostó ni cuándo se levantó. (Génesis 19, 35)
