Encontrados 810 resultados para: pan

  • El hombre entró en la casa, y Labán desaparejó los camellos, les dio paja y forraje, y al hombre y a sus acompañantes agua para lavarse los pies. (Génesis 24, 32)

  • Luego comieron y bebieron, él y los hombres que le acompañaban, y pasaron la noche. Por la mañana se levantaron, y él dijo: «Permitidme que marche donde mi señor.» (Génesis 24, 54)

  • Jacob dio a Esaú pan y el guiso de lentejas, y éste comió y bebió, se levantó y se fue. Así desdeñó Esaú la primogenitura. (Génesis 25, 34)

  • Díceles Isaac: «¿Cómo es que venís a mí. vosotros que me odiáis y me habéis echado de vuestra compañía?» (Génesis 26, 27)

  • y puso el guiso y el pan que había hecho en las manos de su hijo Jacob. (Génesis 27, 17)

  • Jacob hizo un voto, diciendo: «Si Dios me asiste y me guarda en este camino que recorro, y me da pan que comer y ropa con que vestirme, (Génesis 28, 20)

  • Dijo Esaú: «Entonces voy a destacar contigo a parte de la gente que me acompaña.» - «¿Para qué tal? Con que halle yo gracia a los ojos de mi señor...» (Génesis 33, 15)

  • Jacob dijo a su casa y a todos los que le acompañaban: «Retirad los dioses extraños que hay entre vosotros. Purificaos, y mudaos de vestido. (Génesis 35, 2)

  • Partieron, pues, y un pánico divino cayó sobre las ciudades de sus contornos; así no persiguieron a los hijos de Jacob. (Génesis 35, 5)

  • Jacob llegó a Luz, que está en territorio cananeo - es Betel - junto con todo el pueblo que le acompañaba, (Génesis 35, 6)

  • el jeque Magdiel, el jeque Iram. Estos son los jeques de Edom, según sus moradas, en las tierras que ocupan. Este es Esaú padre de Edom. (Génesis 36, 43)

  • Pasaron muchos días, y murió la hija de Súa, la mujer de Judá. Cuando Judá se hubo consolado, subió a Timná para el trasquileo de su rebaño, junto con Jirá su compañero adulamita. (Génesis 38, 12)


“Por que a tentação passada deixa na alma uma certa perturbação? perguntou um penitente a Padre Pio. Ele respondeu: “Você já presenciou um tremor de terra? Quando tudo estremece a sua volta, você também é sacudido; no entanto, não necessariamente fica enterrado nos destroços!” São Padre Pio de Pietrelcina