Encontrados 215 resultados para: pérdida del arca

  • Los sacerdotes llevaron el arca de la alianza de Yahveh a su sitio, al Debir de la Casa, en el Santo de los Santos, bajo las alas de los querubines, (I Reyes 8, 6)

  • porque los querubines extendían las alas por encima del sitio del arca, cubriendo los querubines el arca y su varales por encima. (I Reyes 8, 7)

  • En el arca no había nada más que las dos tablas de piedra que Moisés hizo poner en ella, en el Horeb, las tablas de la alianza que pactó Yahveh con los israelitas cuando salieron de la tierra de Egipto. (I Reyes 8, 9)

  • y he señalado en ella un lugar al arca en que está la alianza que Yahveh pactó con nuestros padres cuando los sacó de la tierra de Egipto.» (I Reyes 8, 21)

  • Estos son los que puso David para dirigir el canto en la Casa de Yahveh, desde que el arca tuvo un lugar de reposo. (I Crónicas 6, 16)

  • y volvamos a traer a nuestro lado el arca de nuestro Dios, ya que no nos hemos preocupado de ella desde los días de Saúl.» (I Crónicas 13, 3)

  • Congregó entonces David a todo Israel, desde Sijor de Egipto hasta la Entrada de Jamat, para traer el arca de Dios desde Quiryat Yearim. (I Crónicas 13, 5)

  • Fue, pues, David, con todo Israel, hacia Baalá, a Quiryat Yearim de Judá, para subir allí el arca del Dios que lleva el Nombre de Yahveh que está sobre los querubines. (I Crónicas 13, 6)

  • Cargaron el arca de Dios en una carreta nueva y se la llevaron de la casa de Abinadab; Uzzá y Ajyó conducían la carreta. (I Crónicas 13, 7)

  • Al llegar a la era de Kidón, extendió Uzzá su mano para sostener el arca, porque los bueyes amenazaban volcarla. (I Crónicas 13, 9)

  • Se encendió contra Uzzá la ira de Yahveh y le hirió por haber extendido su mano hacia el arca; y Uzzá murió allí delante de Dios. (I Crónicas 13, 10)

  • Y tuvo David aquel día miedo a Dios, y dijo: «¿Cómo voy a llevar a mi casa el arca de Dios» (I Crónicas 13, 12)


“Pobres e desafortunadas as almas que se envolvem no turbilhão de preocupações deste mundo. Quanto mais amam o mundo, mais suas paixões crescem, mais queimam de desejos, mais se tornam incapazes de atingir seus objetivos. E vêm, então, as inquietações, as impaciências e terríveis sofrimentos profundos, pois seus corações não palpitam com a caridade e o amor. Rezemos por essas almas desafortunadas e miseráveis, para que Jesus, em Sua infinita misericórdia, possa perdoá-las e conduzi-las a Ele.” São Padre Pio de Pietrelcina