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Nadie que se dedica a la milicia se enreda en los negocios de la vida, si quiere complacer al que le ha alistado. (II Timoteo 2, 4)
Saluda a Prisca y Aquila y a la familia de Onesíforo. (II Timoteo 4, 19)
Erasto se quedó en Corinto; a Trófimo le dejé enfermo en Mileto. (II Timoteo 4, 20)
a quienes es menester tapar la boca; hombres que trastornan familias enteras, enseñando por torpe ganancia lo que no deben. (Tito 1, 11)
testificando también Dios con señales y prodigios, con toda suerte de milagros y dones del Espíritu Santo repartidos según su voluntad. (Hebreos 2, 4)
Por la fe, Noé, advertido por Dios de lo que aún no se veía, con religioso temor construyó un arca para salvar a su familia; por la fe, condenó al mundo y llegó a ser heredero de la justicia según la fe. (Hebreos 11, 7)
El hermano de condición humilde gloríese en su exaltación; (Santiago 1, 9)
y el rico, en su humillación, porque pasará como flor de hierba: (Santiago 1, 10)
Más aún, da una gracia mayor; por eso dice: Dios resiste a los soberbios y da su gracia a los humildes. (Santiago 4, 6)
Humillaos ante el Señor y él os ensalzará. (Santiago 4, 10)
En conclusión, tened todos unos mismos sentimientos, sed compasivos, amaos como hermanos, sed misericordiosos y humildes. (I Pedro 3, 8)
De igual manera, jóvenes, sed sumisos a los ancianos; revestíos todos de humildad en vuestras mutuas relaciones, pues Dios resiste a los soberbios y da su gracia a los humildes. (I Pedro 5, 5)