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El rey Joram se volvió a Yizreel para curarse de las heridas que le habían infligido los arameos en Ramot cuando combatía a Jazael, rey de Aram; Ocozías, hijo de Joram, rey de Judá, bajó a Yizreel a visitar a Joram, hijo de Ajab, porque estaba enfermo. (II Reyes 8, 29)
Pero el rey Joram tuvo que volverse a Yizreel para curarse de las heridas que le habían infligido los arameos en su batalla contra Jazael, rey de Aram. Jehú dijo: «Si éste es vuestro deseo, que no salga de la ciudad ningún fugitivo que ponga en aviso a Yizreel.» (II Reyes 9, 15)
que se retiró a Yizreel, para curarse de las heridas que había recibido en Ramá, en la batalla contra Jazael, rey de Aram. Ocozías, hijo de Joram, rey de Judá, bajó a Yizreel para visitar a Joram, hijo de Ajab, que se hallaba enfermo; (II Crónicas 22, 6)
¡El, que me aplasta por un pelo, que multiplica sin razón mis heridas, (Job 9, 17)
Una saeta ha tirado Dios, repentinas han sido sus heridas; (Salmos 64, 8)
él sana a los de roto corazón, y venda sus heridas. (Salmos 147, 3)
Con aliento todavía y enardecido su ánimo, se levantó derramando sangre a torrentes; a pesar de las graves heridas, atravesó corriendo por entre las tropas, y se puso sobre una roca escarpada. (II Macabeos 14, 45)
Las cicatrices de las heridas son remedio contra el mal, los golpes curan hasta el fondo de las entrañas. (Proverbios 20, 30)
Leales son las heridas del amigo, falsos los besos del enemigo. (Proverbios 27, 6)
Quien tira una piedra al aire, sobre su propia cabeza la tira, el golpe a traición devuelve heridas. (Eclesiástico 27, 25)
El que mima a su hijo, vendará sus heridas, a cada grito se le conmoverán sus entrañas. (Eclesiástico 30, 7)
La embriaguez acrecienta el furor del insensato hasta su caída, disminuye la fuerza y provoca las heridas. (Eclesiástico 31, 30)