Encontrados 21 resultados para: hablaron

  • Jamor y su hijo Siquem vinieron a la puerta de su ciudad y hablaron a todos sus conciudadanos diciéndoles: (Génesis 34, 20)

  • Estos son los que hablaron a Faraón, rey de Egipto, para sacar de Egipto a los israelitas. Estos son Moisés y Aarón. (Exodo 6, 27)

  • Tenía Moisés ochenta años, y Aarón 83 cuando hablaron a Faraón. (Exodo 7, 7)

  • Después Moisés y los sacerdotes levitas hablaron así a todo Israel: «Calla y escucha, Israel. Hoy te has convertido en el pueblo de Yahveh tu Dios. (Deuteronomio 27, 9)

  • Cuando llegaron donde los rubenitas, los rubenitas, los gaditas y la media tribu de Manasés, al país de Galaad, les hablaron así: (Josué 22, 15)

  • La cosa pareció bien a los israelitas: los israelitas dieron gracias a Dios y no hablaron más de hacerles la guerra y devastar el territorio habitado por los rubenitas y los gaditas. (Josué 22, 33)

  • Los hermanos de su madre hablaron de él en los mismos términos a todos los señores de Siquem, y su corazón se inclinó hacia Abimélek, porque se decían: «Es nuestro hermano.» (Jueces 9, 3)

  • Llegaron los mensajeros de David a casa de Abigaíl en Carmelo y le hablaron diciendo: «David nos envía a ti para tomarte por mujer.» (I Samuel 25, 40)

  • Enviaron a llamarle y llegó Jeroboam con toda la asamblea de Israel y hablaron a Roboam diciendo: (I Reyes 12, 3)

  • Se acercaron sus servidores, le hablaron y le dijeron: «Padre mío; si el profeta te hubiera mandado una cosa difícil ¿es que no la hubieras hecho? ¡Cuánto más habiéndote dicho: Lávate y quedarás limpio!» (II Reyes 5, 13)

  • El sacerdote Jilquías, Ajicam, Akbor, Safán y Asaías fueron donde la profetisa Juldá, mujer de Sallum, hijo de Tiqvá, hijo de Jarjás, encargado del vestuario; vivía ella en Jerusalén, en la ciudad nueva. Ellos le hablaron (II Reyes 22, 14)

  • pues habían enviado a llamarle. Vino entonces Jeroboam con todo Israel, y hablaron a Roboam diciendo: (II Crónicas 10, 3)


“A prática das bem-aventuranças não requer atos de heroísmo, mas a aceitação simples e humilde das várias provações pelas quais a pessoa passa.” São Padre Pio de Pietrelcina