Encontrados 243 resultados para: gracia divina

  • De hecho, como el mundo mediante su propia sabiduría no conoció a Dios en su divina sabiduría, quiso Dios salvar a los creyentes mediante la necedad de la predicación. (I Corintios 1, 21)

  • Porque la necedad divina es más sabia que la sabiduría de los hombres, y la debilidad divina, más fuerte que la fuerza de los hombres. (I Corintios 1, 25)

  • Conforme a la gracia de Dios que me fue dada, yo, como buen arquitecto, puse el cimiento, y otro construye encima. ¡Mire cada cual cómo construye! (I Corintios 3, 10)

  • Mi deseo sería que todos los hombres fueran como yo; mas cada cual tiene de Dios su gracia particular: unos de una manera, otros de otra. (I Corintios 7, 7)

  • Mas, por la gracia de Dios, soy lo que soy; y la gracia de Dios no ha sido estéril en mí. Antes bien, he trabajado más que todos ellos. Pero no yo, sino la gracia de Dios que está conmigo. (I Corintios 15, 10)

  • ¡Que la gracia del Señor Jesús sea con vosotros! (I Corintios 16, 23)

  • a vosotros gracia y paz de parte de Dios, Padre nuestro, y del Señor Jesucristo. (II Corintios 1, 2)

  • si colaboráis también vosotros con la oración en favor nuestro, para que la gracia obtenida por intervención de muchos sea por muchos agradecida en nuestro nombre. (II Corintios 1, 11)

  • El motivo de nuestro orgullo es el testimonio de nuestra conciencia, de que nos hemos conducido en el mundo, y sobre todo respecto de vosotros, con la santidad y la sinceridad que vienen de Dios, y no con la sabiduría carnal, sino con la gracia de Dios. (II Corintios 1, 12)

  • Con este convencimiento quería yo ir primero donde vosotros a fin de procuraros una segunda gracia, (II Corintios 1, 15)

  • Y todo esto, para vuestro bien a fin de que cuantos más reciban la gracia, mayor sea el agradecimiento, para gloria de Dios. (II Corintios 4, 15)

  • Y como cooperadores suyos que somos, os exhortamos a que no recibáis en vano la gracia de Dios. (II Corintios 6, 1)


“Que Jesus reine sempre soberano no seu coração e o faça cada vez mais digno de seus divinos dons.” São Padre Pio de Pietrelcina