Encontrados 191 resultados para: fuerte

  • «Allí suscitaré a David un fuerte vástago, aprestaré una lámpara a mi ungido; (Salmos 132, 17)

  • con mano fuerte y tenso brazo, porque es eterno su amor. (Salmos 136, 12)

  • Con un fuerte ejército, con carros, elefantes, (jinetes) y numerosa flota, entró en Egipto (I Macabeos 1, 17)

  • El año 143, después de vencer a Egipto, emprendió el camino de regreso. Subió contra Israel y llegó a Jerusalén con un fuerte ejército. (I Macabeos 1, 20)

  • Dos años después, envió el rey a las ciudades de Judá al Misarca, que se presentó en Jerusalén con un fuerte ejército. (I Macabeos 1, 29)

  • Después reconstruyeron la Ciudad de David con una muralla grande y fuerte, con torres poderosas, y la hicieron su Ciudadela. (I Macabeos 1, 33)

  • Matatías contestó con fuerte voz: «Aunque todas las naciones que forman el imperio del rey le obedezcan hasta abandonar cada uno el culto de sus padres y acaten sus órdenes, (I Macabeos 2, 19)

  • Luego, con fuerte voz, gritó Matatías por la ciudad: «Todo aquel que sienta celo por la Ley y mantenga la alianza, que me siga.» (I Macabeos 2, 27)

  • mientras veían el campamento de los gentiles fuerte, bien atrincherado, rodeado de la caballería y todos diestros en la guerra. (I Macabeos 4, 7)

  • Judas movió la guerra a los hijos de Esaú en Idumea, al país de Acrabatena, porque tenían asediados a los israelitas. Les infligió fuerte derrota, les rechazó y se alzó con sus despojos. (I Macabeos 5, 3)

  • Pasó a continuación a los ammonitas, donde encontró una fuerte tropa y una población numerosa cuyo jefe era Timoteo. (I Macabeos 5, 6)

  • El ejército de Timoteo, al reconocer que era Macabeo, huyeron ante él, sufrieron una fuerte derrota y dejaron tendidos unos 8.000 hombres aquel día. (I Macabeos 5, 34)


“A pessoa que nunca medita é como alguém que nunca se olha no espelho e, assim, não se cuida e sai desarrumada. A pessoa que medita e dirige seus pensamentos a Deus, que é o espelho de sua alma, procura conhecer seus defeitos, tenta corrigi-los, modera seus impulsos e põe em ordem sua consciência.” São Padre Pio de Pietrelcina