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Si alguno habla, sean palabras de Dios; si alguno presta un servicio, hágalo en virtud del poder recibido de Dios, para que Dios sea glorificado en todo por Jesucristo, a quien corresponden la gloria y el poder por los siglos de los siglos. Amén. (I Pedro 4, 11)
Traficarán con vosotros por codicia, con palabras artificiosas; desde hace tiempo su condenación no está ociosa, ni su perdición dormida. (II Pedro 2, 3)
si condenó a la destrucción las ciudades de Sodoma y Gomorra, reduciéndolas a cenizas, poniéndolas como ejemplo para los que en el futuro vivirían impíamente; (II Pedro 2, 6)
en caso de que nos condene nuestra conciencia, pues Dios es mayor que nuestra conciencia y conoce todo. (I Juan 3, 20)
Queridos, si la conciencia no nos condena, tenemos plena confianza ante Dios, (I Juan 3, 21)
Dichoso el que lea y los que escuchen las palabras de esta profecía y guarden lo escrito en ella, porque el Tiempo está cerca. (Apocalipsis 1, 3)
Del trono salen relámpagos y fragor y truenos; delante del trono arden siete antorchas de fuego, que son los siete Espíritus de Dios. (Apocalipsis 4, 5)
Los cuatro Vivientes tienen cada uno seis alas, están llenos de ojos todo alrededor y por dentro, y repiten sin descanso día y noche: «Santo, Santo, Santo, Señor, Dios Todopoderoso, "Aquel que era, que es y que va a venir".» (Apocalipsis 4, 8)
y oí como una voz en medio de los cuatro Vivientes que decía: «Un litro de trigo por denario, tres litros de cebada por un denario. Pero no causes daño al aceite y al vino.» (Apocalipsis 6, 6)
Pero los demás hombres, los no exterminados por estas plagas, no se convirtieron de las obras de sus manos; no dejaron de adorar a los demonios y a los ídolos de oro, de plata, de bronce, de piedra y de madera, que no pueden ver ni oír ni caminar. (Apocalipsis 9, 20)
Pero, pasados los tres días y medio, un aliento de vida procedente de Dios entró en ellos y se pusireon de pie, y un gran espanto se apoderó de quienes los contemplaban. (Apocalipsis 11, 11)
Por eso, en un solo día llegarán sus plagas: peste, llanto y hambre, y será consumida por el fuego. Porque poderoso es el Señor Dios que la ha condenado.» (Apocalipsis 18, 8)
