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  • Cualquier hombre de la casa de Israel que inmole buey, oveja o cabra dentro del campamento, o fuera del mismo, (Levítico 17, 3)

  • Diles: Cualquier hombre de la casa de Israel, o de los forasteros que residen en medio de ellos, que ofrezca holocausto o sacrificio, (Levítico 17, 8)

  • Si un hombre cualquiera de la casa de Israel, o de los forasteros que residen en medio de ellos, come cualquier clase de sangre, yo volveré mi rostro contra el que coma sangre y los exterminaré de en medio de su pueblo. (Levítico 17, 10)

  • Cualquier hombre de la casa de Israel, o de los forasteros que residen en medio de ellos, que cace un animal o un ave que es lícito comer, derramará su sangre y la cubrirá con tierra. (Levítico 17, 13)

  • Diles: Cualquier descendiente vuestro, en todas las generaciones, que, estando impuro, se acerque a las cosas sagradas que los israelitas consagran a Yahveh, ése será exterminado de mi presencia. Yo, Yahveh. (Levítico 22, 3)

  • o el que haya tocado un bicho que le ha hecho impuro o a un hombre que le ha hecho impuro con cualquier clase de impureza; (Levítico 22, 5)

  • Y hablarás así a los israelitas: Cualquier hombre que maldiga a su Dios, cargará con su pecado. (Levítico 24, 15)

  • El que hiera mortalmente a cualquier otro hombre, morirá. (Levítico 24, 17)

  • Acampaban al este, frente a la Morada, delante de la Tienda del Encuentro hacia oriente, Moisés y Aarón con sus hijos que estaban encargados del santuario en nombre de los israelitas. Cualquier laico que se acercara, sería muerto. (Números 3, 38)

  • «Habla a los israelitas: Si un hombre o una mujer comete cualquier pecado en perjuicio de otro, ofendiendo a Yahveh, el tal será reo de delito. (Números 5, 6)

  • «Habla a los israelitas. Diles: Cualquier hombre cuya mujer se haya desviado y le haya engañado: (Números 5, 12)

  • si mueren estos hombres como muere cualquier mortal, alcanzados por la sentencia común a todo hombre, es que Yahveh no me ha enviado. (Números 16, 29)


“É necessário manter o coração aberto para o Céu e aguardar, de lá, o celeste orvalho.” São Padre Pio de Pietrelcina