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  • sino que tendrás también la montaña; está cubierta de bosques pero tú la talarás y serás tuya la región resultante; y expulsarás al cananeo, aunque tiene carros de hierro y es muy fuerte.» (Josué 17, 18)

  • ¿No prevaricó Akán, hijo de Zéraj, en el anatema, y la Coléra alcanzó a toda la comunidad de Israel, aunque él no era más que un solo individuo? ¿No murió por su crimen?» (Josué 22, 20)

  • Sin embargo, cuando Israel cobró más fuerza, sometió a los cananeos a tributo, aunque no llegó a expulsarlos. (Jueces 1, 28)

  • Pero el Angel de Yahveh dijo a Manóaj: «Aunque me obligues a quedarme no probaré tu comida. Pero si quieres preparar un holocausto, ofréceselo a Yahveh.» Porque Manóaj no sabía que era el Angel de Yahveh. (Jueces 13, 16)

  • El les dijo: «Del que come salió comida, y del fuerte salió dulzura.» A los tres días aún no habían acertado la adivinanza. (Jueces 14, 14)

  • Los tiranos de los filisteos llevaron a Dalila siete cuerdas de arco frescas, sin secar aún, y lo amarró con ellas. (Jueces 16, 8)

  • y le pusieron el nombre de Dan, en recuerdo de su padre Dan, hijo de Israel. Aunque antiguamente la ciudad se llamaba Lais. (Jueces 18, 29)

  • En aquel tiempo, cuando aún no había rey en Israel, hubo un hombre, levita, que residía como forastero en los confines de la montaña de Efraím. Tomó por concubina a una mujer de Belén de Judá. (Jueces 19, 1)

  • Noemí respondió: «Volveos, hijas mías, ¿por qué vais a venir conmigo? ¿Acaso tengo yo aún hijos en mi seno que puedan ser maridos vuestros? (Rut 1, 11)

  • Volveos, hijas mías, andad, porque yo soy demasiado vieja para casarme otra vez. Y aun cuando dijera que no he perdido toda esperanza, que esta misma noche voy a tener un marido y que tendré hijos (Rut 1, 12)

  • Colmada partí yo, vacía me devuelve Yahveh. ¿Por qué me llamáis aún Noemí, cuando Yahveh da testimonio contra mí y Sadday me ha hecho desdichada?» (Rut 1, 21)

  • A la hora de la comida, Booz le dijo: «Acércate aquí, puedes comer pan y mojar tu bocado en el vinagre.» Ella se sentó junto a los segadores, y él le ofreció un puñado de grano tostado. Comió ella hasta saciarse y aun le sobró. (Rut 2, 14)


“Viva feliz. Sirva ao Senhor alegremente e com o espírito despreocupado.” São Padre Pio de Pietrelcina