Encontrados 16 resultados para: alzado

  • y vosotros os habéis alzado hoy contra la casa de mi padre, habéis matado a sus hijos, setenta hombres sobre una misma piedra, y habéis puesto por rey a Abimélek, el hijo de su esclava, sobre los señores de Siquem, por ser él vuestro hermano. (Jueces 9, 18)

  • No se trata de eso sino de un hombre de la montaña de Efraím, llamado Seba, hijo de Bikrí, que ha alzado su mano contra el rey, contra David. Entregadle en nuestras manos y me marcharé de la ciudad.» Respondió la mujer a Joab: «Se te echará su cabeza por encima del muro.» (II Samuel 20, 21)

  • ¿A quién has insultado y blasfemado? ¿Contra quién has alzado tu voz y levantas tus ojos altaneros? ¡Contra el Santo de Israel! (II Reyes 19, 22)

  • Cuanto al arca de Dios, David la había llevado de Quiryat Yearim al lugar preparado para ella, pues le había alzado una tienda en Jerusalén. (II Crónicas 1, 4)

  • Tampoco contra tu pueblo de la montaña habría alzado yo mi lanza, si ellos no me hubieran despreciado; pero ellos mismos lo han querido. (Judit 11, 2)

  • El rey Asuero respondió a la reina Ester y al judío Mardoqueo: «Ya he dado a la reina Ester la hacienda de Amán, a quien he mandado colgar de la horca por haber alzado su mano contra los judíos. (Ester 8, 7)

  • Si he alzado mi mano contra un huérfano, por sentirme respaldado en la Puerta, (Job 31, 21)

  • no me entregues al ansia de mis adversarios, pues se han alzado contra mí falsos testigos, que respiran violencia. (Salmos 27, 12)

  • Si hubiésemos olvidado el nombre de nuestro Dios o alzado nuestras manos hacia un dios extranjero, (Salmos 44, 21)

  • Pues se han alzado contra mí arrogantes, rabiosos andan en busca de mi alma, sin tener para nada a Dios presente. (Salmos 54, 5)

  • Oh Dios, los orgullosos se han alzado contra mí, una turba de violentos anda buscando mi alma, y no te tienen a ti delante de sus ojos. (Salmos 86, 14)

  • Pero no sólo han alzado su mano sobre nosotros, sino también sobre todos tus territorios. (I Macabeos 6, 25)


“Você deve ter sempre prudência e amor. A prudência tem olhos; o amor tem pernas. O amor, como tem pernas, gostaria de correr a Deus. Mas seu impulso de deslanchar na direção dEle é cego e, algumas vezes, pode tropeçar se não for guiado pela prudência, que tem olhos.” São Padre Pio de Pietrelcina