Encontrados 100 resultados para: Volvieron

  • Depusieron las armas e hicieron la paz. Los judíos alcanzaron gran gloria ante el rey y ante todos los de su reino y se volvieron a Jerusalén con un rico botín. (I Macabeos 11, 51)

  • Al verlo, sus hombres que huían volvieron a él y con él persiguieron al enemigo hasta su campamento en Kedes y acamparon allí. (I Macabeos 11, 73)

  • Sus perseguidores, al ver que luchaban por su vida, se volvieron. (I Macabeos 12, 51)

  • Volvieron algunos de sus acompañantes para marcar el camino, pero no pudieron encontrarlo. (II Macabeos 2, 6)

  • Estaba ya allí mismo con su guardia junto al Tesoro, cuando el Soberano de los Espíritus y de toda Potestad, se manifestó en su grandeza, de modo que todos los que con él juntos se habían atrevido a acercarse, pasmados ante el poder de Dios, se volvieron débiles y cobardes. (II Macabeos 3, 24)

  • Se apoderaron del dinero de los que habían venido a comprarlos. Después de haberlos perseguido bastante tiempo, se volvieron, obligados por la hora, (II Macabeos 8, 25)

  • y me volvieron la espalda, que no la cara. Yo les adoctriné asiduamente, mas ellos no quisieron aprender la lección, (Jeremías 32, 33)

  • Pero luego volvieron a apoderarse de los siervos y esclavas que habían manumitido y los redujeron a servidumbre y esclavitud. (Jeremías 34, 11)

  • Asimismo sus mercenarios que había en ella eran como novillos de engorde. Pues también ellos volvieron la cara, huyeron a una, sin pararse, cuando el día de su infortunio les sobrevino, el tiempo de su castigo. (Jeremías 46, 21)

  • Cesaron de guerrear los valientes de Babilonia, se han quedado en las fortalezas. Agotóse su bravura, se volvieron mujeres; quemaron sus aposentos, se rompieron sus barras. (Jeremías 51, 30)

  • «En aquel momento, la razón volvió a mí, y para gloria de mi realeza volvieron también a mí majestad y esplendor; mis consejeros y mis grandes me reclamaron, se me restableció en mi reino, y se me dio una grandeza todavía mayor. (Daniel 4, 33)

  • Pero aquellos hombres volvieron atropelladamente ante el rey y le dijeron: «Ya sabes, oh rey, que según la ley de los medos y los persas ninguna prohibición o edicto dado por el rey puede ser modificado.» (Daniel 6, 16)


“O trabalho é tão sagrado como a oração”. São Padre Pio de Pietrelcina