Encontrados 283 resultados para: Sabiduría

  • No daba yo crédito a lo que se decía hasta que he venido y lo he visto con mis propios ojos, y hallo que no dijeron ni la mitad. Tu sabiduría y tu prosperidad superan todo lo que oí decir. (I Reyes 10, 7)

  • Dichosas tus mujeres, dichosos estos tus servidores que están siempre en tu presencia y escuchan tu sabiduría. (I Reyes 10, 8)

  • El rey Salomón sobrepujó a todos los reyes de la tierra en riqueza y sabiduría. (I Reyes 10, 23)

  • Todo el mundo quería ver el rostro de Salomón para oír la sabiduría que Dios había puesto en su corazón. (I Reyes 10, 24)

  • El resto de los hechos de Salomón, todo lo que hizo y su sabiduría ¿no está escrito en el libro de los hechos de Salomón? (I Reyes 11, 41)

  • Dame, pues, ahora sabiduría e inteligencia, para que sepa conducirme ante este pueblo tuyo tan grande.» (II Crónicas 1, 10)

  • Respondió Dios a Salomón: «Ya que piensas esto en tu corazón, y no has pedido riquezas ni bienes ni gloria ni la muerte de tus enemigos; ni tampoco has pedido larga vida, sino que has pedido para ti sabiduría e inteligencia para saber juzgar a mi pueblo, del cual te he hecho rey, (II Crónicas 1, 11)

  • por eso te son dadas la sabiduría y el entendimiento, y además te daré riqueza, bienes y gloria como no las tuvieron los reyes que fueron antes de ti, ni las tendrá ninguno de los que vengan después de ti.» (II Crónicas 1, 12)

  • Cuando la reina de Sabá vio la sabiduría de Salomón y la casa que había edificado, (II Crónicas 9, 3)

  • y dijo al rey: «Verdad es cuanto oí decir en mi tierra de tus palabras y de tu sabiduría. (II Crónicas 9, 5)

  • No daba yo crédito a lo que se decía, hasta que he venido y lo he visto con mis propios ojos; y encuentro que no se me había contado ni la mitad de la grandeza de tu sabiduría, pues tú superas todo lo que oí decir. (II Crónicas 9, 6)

  • ¡Dichosas tus gentes! ¡Dichosos estos tus servidores, que están siempre en tu presencia y escuchan tu sabiduría! (II Crónicas 9, 7)


“Rezai e continuai a rezar para não ficardes entorpecidos”. São Padre Pio de Pietrelcina