Encontrados 58 resultados para: Rubén

  • Conquistamos su país, y se lo dimos en heredad a Rubén, a Gad y a la media tribu de Manasés. (Deuteronomio 29, 7)

  • ¡Viva Rubén y nunca muera, aunque sean pocos sus nombres! (Deuteronomio 33, 6)

  • Moisés había dado a la tribu de los hijos de Rubén una parte por clanes. (Josué 13, 15)

  • Así el territorio de los rubenitas llegaba hasta el Jordán. Esta fue la heredad de los hijos de Rubén por clanes: las ciudades y sus aldeas. (Josué 13, 23)

  • El límite subía a Bet Joglá, pasaba al norte de Bet Haarabá y subía hasta la Peña de Boján, hijo de Rubén. (Josué 15, 6)

  • Porque los levitas no tienen su parte entre vosotros, pues el sacerdocio de Yahveh es su heredad; y Gad, Rubén y la media tribu de Manasés, han recibido ya al lado oriental del Jordán, la heredad que les dio Moisés, siervo de Yahveh.» (Josué 18, 7)

  • Doblaba luego por el norte, salía en En Semes y salía hacia el círculo de piedras que hay frente a la subida de Adummim; bajaba a la Peña de Boján, hijo de Rubén; (Josué 18, 17)

  • En Transjordania, al oriente de Jericó, se designó Béser, de la tribu de Rubén, en el desierto, en el llano; Ramot en Galaad, de la tribu de Gad, y Golán en Basán, de la tribu de Manasés. (Josué 20, 8)

  • A los hijos de Merarí, por clanes, les tocaron doce ciudades de las tribus de Rubén, Gad y Zabulón. (Josué 21, 7)

  • al otro lado del Jordán, de la tribu de Rubén, como ciudad de asilo para los homicidas, Béser en el desierto, en el llano, con sus pastos, y además Yahás con sus pastos, (Josué 21, 36)

  • Los jefes de Isacar están con Débora, y Neftalí, con Baraq, en la llanura, lanzado tras sus huellas. En los arroyos de Rubén, magnánimas decisiones. (Jueces 5, 15)

  • ¿Por qué te has quedado en los corrales, escuchando silbidos entre los rebaños? (En los arroyos de Rubén, magnánimas decisiones.) (Jueces 5, 16)


“Quando te encontrares diante de Deus, na oração considera-te banhado na luz da verdade, fala-lhe se puderes, deixa simplesmente que te veja e não tenhas preocupação alguma”. São Padre Pio de Pietrelcina