Encontrados 7488 resultados para: Res

  • Entonces se les abrieron a entrambos los ojos, y se dieron cuenta de que estaban desnudos; y cosiendo hojas de higuera se hicieron unos ceñidores. (Génesis 3, 7)

  • Con el sudor de tu rostro comerás el pan, hasta que vuelvas al suelo, pues de él fuiste tomado. Porque eres polvo y al polvo tornarás.» (Génesis 3, 19)

  • Aunque labres el suelo, no te dará más su fruto. Vagabundo y errante serás en la tierra.» (Génesis 4, 12)

  • Es decir que hoy me echas de este suelo y he de esconderme de tu presencia, convertido en vagabundo errante por la tierra, y cualquiera que me encuentre me matará.» (Génesis 4, 14)

  • Respondióle Yahveh: «Al contrario, quienquiera que matare a Caín, lo pagará siete veces.» Y Yahveh puso una señal a Caín para que nadie que le encontrase le atacara. (Génesis 4, 15)

  • Caín salió de la presencia de Yahveh, y se estableció en el país de Nod, al oriente de Edén. (Génesis 4, 16)

  • Lámek tomó dos mujeres: la primera llamada Adá, y la segunda Sillá. (Génesis 4, 19)

  • Sillá por su parte engendró a Túbal Caín, padre de todos los forjadores de cobre y hierro. Hermano de Túbal Caín fue Naamá. (Génesis 4, 22)

  • Y dijo Lámek a sus mujeres: «Adá y Sillá, oíd mi voz; mujeres de Lámek, escuchad mi palabra: Yo maté a un hombre por una herida que me hizo y a un muchacho por un cardenal que recibí. (Génesis 4, 23)

  • Henoc anduvo con Dios; vivió, después de engendrar a Matusalén, trescientos años, y engendró hijos e hijas. (Génesis 5, 22)

  • vieron los hijos de Dios que las hijas de los hombres les venían bien, y tomaron por mujeres a las que preferían de entre todas ellas. (Génesis 6, 2)

  • Los nefilim existían en la tierra por aquel entonces (y también después), cuando los hijos de Dios se unían a las hijas de los hombres y ellas les daban hijos: estos fueron los héroes de la antigüedad, hombres famosos. (Génesis 6, 4)


“Quando a videira se separa da estaca que a sustenta, cai, e ao ficar na terra apodrece com todos os cachos que possui. Alerta, portanto, o demônio não dorme!” São Padre Pio de Pietrelcina