Encontrados 91 resultados para: Multitud
Y dijo el Angel de Yahveh: «Multiplicaré de tal modo tu descendencia, que por su gran multitud no podrá contarse.» (Génesis 16, 10)
y dijo a los ancianos de Madián: «Ahora veréis cómo esa multitud va a devastarlo todo a nuestro alrededor, como devasta el buey la hierba del campo.» Balaq, hijo de Sippor, era rey de Moab por aquel tiempo. (Números 22, 4)
Absalón huyó. El joven que estaba de centinela levantó la vista y vio multitud que venía por el camino de Bajurim, a la bajada, y fue a avisar el rey: «He visto algunos hombres que bajan por el camino de Bajurim, por la ladera de la montaña.» (II Samuel 13, 34)
Se acercó a Ajab, rey de Israel, un profeta y le dijo: «Así habla Yahveh: ¿Has visto esta gran multitud? Hoy la entrego en tus manos y sabrás que yo soy Yahveh.» (I Reyes 20, 13)
Oh Dios nuestro, ¿no harás tú justicia con ellos? Pues nosotros no tenemos fuerza contra esta gran multitud que viene contra nosotros y no sabemos qué hacer. Pero nuestros ojos se vuelven hacia ti.» (II Crónicas 20, 12)
Judá había venido a la atalaya del desierto y se volvieron hacia la multitud, pero no había más que cadáveres tendidos por tierra; pues ninguno pudo escapar. (II Crónicas 20, 24)
Luego regresó con sus soldados y con una inmensa multitud de gente armada que se les había agregado. Y se quedó allí con su ejército, viviendo en la molicie, durante 120 días. (Judit 1, 16)
y los puso en orden de combate, como se ordena una multitud para la batalla. (Judit 2, 16)
Se les agregó una multitud tan numerosa como la langosta y como la arena de la tierra, que les seguía en tan gran número que no se podía calcular. (Judit 2, 20)
Pues el judío mardoqueo era el segundo después del rey, persona importante entre los judíos, amado por la multitud de sus hermanos, preocupado por el bien de su pueblo y procurador de la paz de su raza. (Ester 10, 3)
¡Copiosas gracias a Yahveh en mi boca, entre la multitud le alabaré: (Salmos 109, 30)
Avanzó hasta los confines del mundo y se hizo con el botín de multitud de pueblos. La tierra enmudeció en su presencia y su corazón se ensoberbeció y se llenó de orgullo. (I Macabeos 1, 3)