Encontrados 159 resultados para: Moab

  • «Vas a pasar hoy la frontera de Moab, por Ar, (Deuteronomio 2, 18)

  • Estas son las palabras de la alianza que Yahveh mandó a Moisés concluir con los israelitas en el país de Moab, aparte de la alianza que había concluido con ellos en el Horeb. (Deuteronomio 28, 69)

  • «Sube a esa montaña de los Abarim, al monte Nebo que está en el país de Moab, frente a Jericó, y contempla la tierra de Canaán que yo doy en propiedad a los israelitas. (Deuteronomio 32, 49)

  • Moisés subió de las Estepas de Moab al monte Nebo, cumbre del Pisgá, frente a Jericó, y Yahveh le mostró la tierra entera: Galaad hasta Dan, (Deuteronomio 34, 1)

  • Allí murió Moisés, servidor de Yahveh, en el país de Moab, como había dispuesto Yahveh. (Deuteronomio 34, 5)

  • Le enterró en el Valle, en el País de Moab, frente a Bet Peor. Nadie hasta hoy ha conocido su tumba. (Deuteronomio 34, 6)

  • Los israelitas lloraron a Moisés treinta días en las Estepas de Moab; cumplieron así los días de llanto por el duelo de Moisés. (Deuteronomio 34, 8)

  • Esto fue lo que repartió en heredad Moisés en las Estepas de Moab, al otro lado del Jordán, al oriente de Jericó. (Josué 13, 32)

  • Después se levantó Balaq, hijo de Sippor, rey de Moab, para pelear contra Israel, y mandó llamar a Balaam, hijo de Beor, para que os maldijera. (Josué 24, 9)

  • Los israelitas volvieron a hacer lo que desagradaba a Yahveh; y Yahveh fortaleció a Eglón, rey de Moab, por encima de Israel, porque hacían lo que desagradaba a Yahveh. (Jueces 3, 12)

  • Los israelitas estuvieron sometidos a Eglón, rey de Moab, dieciocho años. (Jueces 3, 14)

  • Entonces los israelitas clamaron a Yahveh y Yahveh les suscitó un libertador: Ehúd, hijo de Guerá, benjaminita, que era zurdo. Los israelitas le encargaron de llevar el tributo a Eglón, rey de Moab. (Jueces 3, 15)


“Pobres e desafortunadas as almas que se envolvem no turbilhão de preocupações deste mundo. Quanto mais amam o mundo, mais suas paixões crescem, mais queimam de desejos, mais se tornam incapazes de atingir seus objetivos. E vêm, então, as inquietações, as impaciências e terríveis sofrimentos profundos, pois seus corações não palpitam com a caridade e o amor. Rezemos por essas almas desafortunadas e miseráveis, para que Jesus, em Sua infinita misericórdia, possa perdoá-las e conduzi-las a Ele.” São Padre Pio de Pietrelcina