Encontrados 15 resultados para: Liberación
Dios me ha enviado delante de vosotros para que podáis sobrevivir en la tierra y para salvaros la vida mediante una feliz liberación. (Génesis 45, 7)
Declararéis santo el año cincuenta, y proclamaréis en la tierra liberación para todos sus habitantes. Será para vosotros un jubileo; cada uno recobrará su propiedad, y cada cual regresará a su familia. (Levítico 25, 10)
Pero Saúl dijo: «Que no muera nadie en este día, porque Yahveh ha realizado hoy una liberación en Israel.» (I Samuel 11, 13)
Mas ahora, en un instante, Yahveh nuestro Dios nos ha concedido la gracia de dejarnos un Resto y de darnos una liberación en su lugar santo: nuestro Dios ha iluminado así nuestros ojos y nos ha reanimado en medio de nuestra esclavitud. (Esdras 9, 8)
«Mas después de todo lo que nos ha sobrevenido por nuestras malas acciones y nuestras culpas - y eso que tú, Dios nuestro, has disminuido nuestros crímenes y nos has concedido esta liberación - (Esdras 9, 13)
porque, si te empeñas en callar en esta ocasión, por otra parte vendrá el socorro de la liberación de los judíos, mientras que tú y la casa de tu padre pereceréis. ¡Quién sabe si precisamente para una ocasión semejante has llegado a ser reina!» (Ester 4, 14)
Por el miedo que les infundía, se apocaron los impíos, se sobresaltaron todos los que obraban la iniquidad; la liberación en su mano alcanzó feliz éxito. (I Macabeos 3, 6)
Hubo aquel día gran liberación en Israel. (I Macabeos 4, 25)
Simón llamó entonces a sus dos hijos mayores, Judas y Juan, y les dijo: «Mis hermanos y yo y la casa de mi padre hemos combatido a los enemigos de Israel desde nuestra juventud hasta el día de hoy y llevamos muchas veces a feliz término la liberación de Israel; (I Macabeos 16, 2)
cercana está mi justicia, saldrá mi liberación, y mis brazos juzgarán a los pueblos. Las islas esperan en mí y cuentan con mi brazo. (Isaías 51, 5)
El espíritu del Señor Yahveh está sobre mí, por cuanto que me ha ungido Yahveh. A anunciar la buena nueva a los pobres me ha enviado, a vendar los corazones rotos; a pregonar a los cautivos la liberación, y a los reclusos la libertad; (Isaías 61, 1)
Pero si hace de su heredad un regalo a uno de sus siervos, pertenecerá a éste sólo hasta el año de la liberación, luego retornará al príncipe. Solamente a sus hijos podrá pasar su heredad. (Ezequiel 46, 17)