Encontrados 243 resultados para: José

  • Luego los introdujo en casa de José, les dio agua y se lavaron los pies, y les dio pienso para sus asnos. (Génesis 43, 24)

  • Entonces ellos prepararon el regalo, mientras llegaba José a mediodía, pues oyeron que iban a comer allí. (Génesis 43, 25)

  • Al entrar José en casa, le presentaron el regalo que llevaban consigo y se inclinaron hasta el suelo. (Génesis 43, 26)

  • Entonces José volvió los ojos y vio a Benjamín, su hermano de madre, y dijo: «¿Este es vuestro hermano menor, de quien me hablasteis?» Y añadió: «Dios te guarde, hijo mío.» (Génesis 43, 29)

  • José tuvo que darse prisa, porque le daban ganas de llorar de emoción por su hermano, y entrando en el cuarto lloró allí. (Génesis 43, 30)

  • Y mi copa, la copa de plata, la pones en la boca del saco del pequeño, además del dinero de su compra.» Y él hizo conforme a lo que había dicho José. (Génesis 44, 2)

  • Salieron de la ciudad, y no bien se habían alejado, cuando José dijo a su mayordomo: «Levántate y persigue a esos hombres, les das alcance y les dices: ¿Por qué habéis pagado mal por bien? (Génesis 44, 4)

  • Judá y sus hermanos entraron a casa de José, que todavía estaba allí, y cayeron rostro en tierra. (Génesis 44, 14)

  • José les dijo: «¿Qué habéis hecho? ¡ ignorabais que uno como yo tenía que adivinarlo sin falta?» (Génesis 44, 15)

  • Ya no pudo José contenerse delante de todos los que en pie le asistían y exclamó: «Echad a todo el mundo de mi lado.» Y no quedó nadie con él mientras se daba a conocer José a sus hermanos. (Génesis 45, 1)

  • José dijo a sus hermanos: «Yo soy José. ¿Vive aún mi padre?» Sus hermanos no podían contestarle, porque se habían quedado atónitos ante él. (Génesis 45, 3)

  • José dijo a sus hermanos: «Vamos, acercaos a mí.» Se acercaron, y él continuó: «Yo soy vuestro hermano José, a quien vendisteis a los egipcios. (Génesis 45, 4)


“Menosprezai vossas tentações e não vos demoreis nelas. Imaginai estar na presença de Jesus. O crucificado se lança em vossos braços e mora no vosso coração. Beijai-Lhe a chaga do lado, dizendo: ‘Aqui está minha esperança; a fonte viva da minha felicidade. Seguro-vos, ó Jesus, e não me aparto de vós, até que me tenhais posto a salvo’”. São Padre Pio de Pietrelcina