Encontrados 67 resultados para: Evangelio

  • teniendo así, como punto de honra, no anunciar el Evangelio sino allí donde el nombre de Cristo no era aún conocido, para no construir sobre cimientos ya puestos por otros, (Romanos 15, 20)

  • Os saluda Erasto, cuestor de la ciudad, y Cuarto, nuestro hermano. A Aquel que puede consolidaros conforme al Evangelio mío y la predicación de Jesucristo: revelación de un Misterio mantenido en secreto durante siglos eternos, (Romanos 16, 25)

  • Porque no me envió Cristo a bautizar, sino a predicar el Evangelio. Y no con palabras sabias, para no desvirtuar la cruz de Cristo. (I Corintios 1, 17)

  • Pues aunque hayáis tenido 10.000 pedagogos en Cristo, no habéis tenido muchos padres. He sido yo quien, por el Evangelio, os engendré en Cristo Jesús. (I Corintios 4, 15)

  • Si otros tienen estos derechos sobre vosotros, ¿no los tenemos más nosotros? Sin embargo, nunca hemos hecho uso de estos derechos. Al contrario, todo lo soportamos para no crear obstáculo alguno al Evangelio de Cristo. (I Corintios 9, 12)

  • Del mismo modo, también el Señor ha ordenado que los que predican el Evangelio vivan del Evangelio. (I Corintios 9, 14)

  • Predicar el Evangelio no es para mí ningún motivo de gloria; es más bien un deber que me incumbe. Y ¡ay de mí si no predicara el Evangelio! (I Corintios 9, 16)

  • Ahora bien, ¿cuál es mi recompensa? Predicar el Evangelio entregándolo gratuitamente, renunciando al derecho que me confiere el Evangelio. (I Corintios 9, 18)

  • Y todo esto lo hago por el Evangelio para ser partícipe del mismo. (I Corintios 9, 23)

  • Os recuerdo, hermanos, el Evangelio que os prediqué, que habéis recibido y en el cual permanecéis firmes, (I Corintios 15, 1)

  • Llegué, pues, a Tróada para predicar el Evangelio de Cristo, y aun cuando se me había abierto una gran puerta en el Señor, (II Corintios 2, 12)

  • Y si todavía nuestro Evangelio está velado, lo está para los que se pierden, (II Corintios 4, 3)


“Todas as percepções humanas, de onde quer que venham, incluem o bem e o mal. É necessário saber determinar e assimilar todo o bem e oferecê-lo a Deus, e eliminar todo o mal.” São Padre Pio de Pietrelcina