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porque esos incensarios de pecado están consagrados a precio de la vida de esos hombres. Haced con ellos láminas de metal, para cubrir el altar, pues fueron presentados a Yahveh y consagrados. Serán una señal para los israelitas.» (Números 17, 3)
Entró Yahveh donde Balaam y le dijo: «¿Qué hombres son ésos que están en tu casa?» (Números 22, 9)
y llevaron los cautivos, la presa y el botín ante Moisés, ante el sacerdote Eleazar y ante toda la comunidad de los israelitas, al campamento, en las Estepas de Moab, que están cerca del Jordán, a la altura de Jericó. (Números 31, 12)
Y de la mitad de los israelitas, uno por cada cincuenta, sean hombres, bueyes, asnos u ovejas, cualquier clase de bestias, y se lo darás a los levitas, que están encargados del ministerio de la Morada de Yahveh. (Números 31, 30)
De esta tierra se cuida Yahveh tu Dios; los ojos de Yahveh tu Dios están constantemente puestos en ella, desde que comienza el año hasta que termina. (Deuteronomio 11, 12)
(Estos montes están, como sabéis, al otro lado del Jordán, detrás del camino del poniente, en el país de los cananeos que habitan en la Arabá, frente a Guilgal, cerca de la Encina de Moré.) (Deuteronomio 11, 30)
Yahveh los ha arrancado de su suelo con ira, furor y gran indignación, y los ha arrojado a otro país donde hoy están.» (Deuteronomio 29, 27)
Porque estos mandamientos que yo te prescribo hoy no son superiores a tus fuerzas, ni están fuera de tu alcance. (Deuteronomio 30, 11)
No están en el cielo, para que hayas de decir: «¿Quién subirá por nosotros al cielo a buscarlos para que los oigamos y los pongamos en práctica?» (Deuteronomio 30, 12)
Ni están al otro lado del mar, para que hayas de decir: «¿Quién irá por nosotros al otro lado del mar a buscarlos para que los oigamos y los pongamos en práctica?» (Deuteronomio 30, 13)
Dirá entonces: ¿Dónde están sus dioses, roca en que buscaban su refugio, (Deuteronomio 32, 37)
Tú que amas a los antepasados, todos los santos están en tu mano. Y ellos, postrados a tus pies, cargados están de tus palabras. (Deuteronomio 33, 3)