Encontrados 60 resultados para: Escudo

  • Después de estos sucesos fue dirigida la palabra de Yahveh a Abram en visión, en estos términos: «No temas, Abram. Yo soy para ti un escudo. Tu premio será muy grande.» (Génesis 15, 1)

  • Dichoso tú, Israel, ¿quién como tú, pueblo salvado por Yahveh, cuyo escudo es tu auxilio, cuya espada es tu esplendor? Tus enemigos tratarán de engañarte, pero tú hollarás sus espaldas. (Deuteronomio 33, 29)

  • Se elegían dioses nuevos; por entonces la guerra en las puertas; ni un escudo se ve ni una lanza para 40.000 en Israel! (Jueces 5, 8)

  • Montañas de Gelboé: Ni lluvia ni rocío sobre vosotras, campos de perfidia, porque allí fue deshonrado el escudo de los héroes. (II Samuel 1, 21)

  • El escudo de Saúl ungido no de aceite ¡mas de sangre de muertos, de grasa de héroes! El arco de Jonatán jamás retrocedía, nunca fracasaba la espada de Saúl. (II Samuel 1, 22)

  • mi Dios, la peña en que me amparo, mi escudo y fuerza de mi salvación, mi ciudadela y mi refugio, mi salvador que me salva de la violencia. (II Samuel 22, 3)

  • Dios es perfecto en sus caminos, la palabra de Yahveh, acrisolada, él es el escudo de cuantos a él se acogen. (II Samuel 22, 31)

  • Tú me das tu escudo salvador, multiplicas tus respuestas favorables (II Samuel 22, 36)

  • El rey Salomón hizo doscientos grandes escudos de oro batido, aplicando seiscientos siclos de oro batido en cada escudo, (I Reyes 10, 16)

  • y trescientos escudos pequeños de oro batido, aplicando tres minas de oro en cada escudo. El rey los colocó en la casa «Bosque del Líbano». (I Reyes 10, 17)

  • Por eso, así dice Yahveh al rey de Asiria: No entrará en esta ciudad. No lanzará flechas en ella. No le opondrá escudo, ni alzará en contra de ella empalizada. (II Reyes 19, 32)

  • Los hijos de Rubén, los de Gad y la media tribu de Manasés eran hombres valientes, llevaban escudo y espada, manejaban el arco y eran diestros en la guerra. Salían a campaña en número de 44.760. (I Crónicas 5, 18)


“A maior caridade é aquela que arranca as pessoas vencidas pelo demônio, a fim de ganhá-las para Cristo. E isso eu faço assiduamente, noite e dia.” São Padre Pio de Pietrelcina