Encontrados 61 resultados para: Daba

  • y se lo entregaba a los sacerdotes, hijos de Aarón, para el altar. Daba a los levitas, que hacían el servicio en Jerusalén, el diezmo del vino, del grano, del olivo, de los granados, de los higos y demás frutales; tomaba en metálico el segundo diezmo, de los seis años, y lo gastaba en Jerusalén. (Tobías 1, 7)

  • di mi pan a los hambrientos y vestido a los desnudos; y si veía el cadaver de alguno de los de mi raza arrojado extramuros de Nínive, le daba sepultura. (Tobías 1, 17)

  • ¡Con lo que el Señor nos daba para vivir teníamos bastante!» (Tobías 5, 20)

  • las cisternas se agotaron; ni un solo día podían beber a satisfacción, porque se les daba el agua racionada. (Judit 7, 21)

  • todo manjar les daba náusea, tocaban ya a las puertas de la muerte. (Salmos 107, 18)

  • Advirtieron éstos que los suyos habían huido y que el campamento había sido incendiado, como se lo daba a entender el humo que divisaban. (I Macabeos 4, 20)

  • Se reunieron, pues, para reconstruir la ciudad, pues había caído un trecho de la muralla que daba al torrente por la parte de levante; restauró también el barrio llamado Cafenatá. (I Macabeos 12, 37)

  • Cultivaban en paz sus tierras; la tierra daba sus cosechas y los árboles del llano sus frutos. (I Macabeos 14, 8)

  • Daba compasión aquella multitud confusamente postrada y el sumo sacerdote angustiado en honda ansiedad. (II Macabeos 3, 21)

  • Ante todos daba testimonio de las obras del Dios grande que él había contemplado con sus ojos. (II Macabeos 3, 36)

  • que ya los sacerdotes no sentían celo por el servicio del altar, sino que despreciaban el Templo; descuidando los sacrificios, en cuanto se daba la señal con el gong se apresuraban a tomar parte en los ejercicios de la palestra contrarios a la ley; (II Macabeos 4, 14)

  • Encendido en ira, despojó inmediatamente a Andrónico, de la púrpura y desgarró sus vestidos. Le hizo conducir por toda la ciudad hasta el mismo lugar donde tan impíamente había tratado a Onías; allí hizo desaparecer de este mundo al criminal, a quien el Señor daba el merecido castigo. (II Macabeos 4, 38)


“Os talentos de que fala o Evangelho são os cinco sentidos, a inteligência e a vontade. Quem tem mais talentos, tem maior dever de usá-los para o bem dos outros.” São Padre Pio de Pietrelcina