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Adán conoció otra vez a su mujer, y ella dio a luz un hijo, al que puso por nombre Set, diciendo: «Dios me ha otorgado otro descendiente en lugar de Abel, porque le mató Caín.» (Génesis 4, 25)
Henoc anduvo con Dios; vivió, después de engendrar a Matusalén, trescientos años, y engendró hijos e hijas. (Génesis 5, 22)
Henoc anduvo con Dios, y desapareció porque Dios se lo llevó. (Génesis 5, 24)
y le puso por nombre Noé, diciendo "«Este nos consolará de nuestros afanes y de la fatiga de nuestras manos, por causa del suelo que maldijo Yahveh.» (Génesis 5, 29)
Viendo Yahveh que la maldad del hombre cundía en la tierra, y que todos los pensamientos que ideaba su corazón eran puro mal de continuo, (Génesis 6, 5)
Esta es la historia de Noé: Noé fue el varón más justo y cabal de su tiempo. Noé andaba con Dios. (Génesis 6, 9)
Dios miró a la tierra, y he aquí que estaba viciada, porque toda carne tenía una conducta viciosa sobre la tierra. (Génesis 6, 12)
Dijo, pues, Dios a Noé: «He decidido acabar con toda carne, porque la tierra está llena de violencias por culpa de ellos. Por eso, he aquí que voy a esterminarlos de la tierra. (Génesis 6, 13)
Hazte un arca de maderas resinosas. Haces el arca de cañizo y la calafateas por dentro y por fuera con betún. (Génesis 6, 14)
Pero contigo estableceré mi alianza: Entrarás en el arca tú y tus hijos, tu mujer y las mujeres de tus hijos contigo. (Génesis 6, 18)
Y de todo ser viviente, de toda carne, meterás en el arca una pareja para que sobrevivan contigo. Serán macho y hembra. (Génesis 6, 19)
De cada especie de aves, de cada especie de ganados, de cada especie de sierpes del suelo entrarán contigo sendas parejas para sobrevivir. (Génesis 6, 20)
