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Que si Dios no perdonó a las ramas naturales, no sea que tampoco a ti te perdone. (Romanos 11, 21)
El que come, no desprecie al que no come; y el que no come, tampoco juzgue al que come, pues Dios le ha acogido. (Romanos 14, 3)
Porque ninguno de nosotros vive para sí mismo; como tampoco muere nadie para sí mismo. (Romanos 14, 7)
pues tampoco Cristo buscó su propio agrado, antes bien, como dice la Escritura: Los ultrajes de los que te ultrajaron cayeron sobre mi. (Romanos 15, 3)
Si no lo conoce, tampoco él es conocido. (I Corintios 14, 38)
Si no hay resurrección de los muertos, tampoco Cristo resucitó. (I Corintios 15, 13)
Porque si los muertos no resucitan, tampoco Cristo resucitó. (I Corintios 15, 16)
tampoco viene de las obras, para que nadie se gloríe. (Efesios 2, 9)
Por eso, tampoco nosotros dejamos de rogar por vosotros desde el día que lo oímos, y de pedir que lleguéis al pleno conocimiento de su voluntad con toda sabiduría e inteligencia espiritual, (Colosenses 1, 9)
Además, cuando estábamos entre vosotros os mandábamos esto: Si alguno no quiere trabajar, que tampoco coma. (II Tesalonicenses 3, 10)
De igual modo, tampoco Cristo se apropió la gloria del Sumo Sacerdocio, sino que la tuvo de quien le dijo: Hijo mío eres tú; yo te he engendrado hoy. (Hebreos 5, 5)
Así tampoco la primera Alianza se inauguró sin sangre. (Hebreos 9, 18)
