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  • Pero sólo con esta condicíon accederán estos hombres a quedarse con nosotros para formar un solo pueblo: que nos circuncidemos todos los varones; igual que ellos están circuncidados. (Génesis 34, 22)

  • Todos los que salían por la puerta de la ciudad escucharon a Jamor y a su hijo Siquem, y se circuncidó todo varón que salía por las puertas de la ciudad. (Génesis 34, 24)

  • Jacob dijo a su casa y a todos los que le acompañaban: «Retirad los dioses extraños que hay entre vosotros. Purificaos, y mudaos de vestido. (Génesis 35, 2)

  • Ellos entregaron a Jacob todos los dioses extraños que había en su poder, y los anillos de sus orejas, y Jacob los escondió debajo de la encina que hay al pie de Siquem. (Génesis 35, 4)

  • Israel amaba a José más que a todos los demás hijos, por ser para él el hijo de la ancianidad. Le había hecho una túnica de manga larga. (Génesis 37, 3)

  • Vieron sus hermanos cómo le prefería su padre a todos sus otros hijos, y le aborrecieron hasta el punto de no poder ni siquiera saludarle. (Génesis 37, 4)

  • Todos sus hijos e hijas acudieron a consolarle, pero él rehusaba consolarse y decía: «Voy a bajar en duelo al seol donde mi hijo.» Y su padre le lloraba. (Génesis 37, 35)

  • El alcaide confió a José todos los detenidos que había en la cárcel; todo lo que se hacía allí, lo hacía él. (Génesis 39, 22)

  • Al tercer día, que era el natalicio de Faraón, dio éste un banquete para todos sus servidores, y levantó la cabeza del jefe de escanciadores y la del jefe depanaderos en presencia de sus siervos. (Génesis 40, 20)

  • Aquella mañana estaba inquieto su espíritu y envió a llamar a todos los magos y a todos los sabios de Egipto. Faraón les contó su sueño, pero no hubo quien se lo interpretara a Faraón. (Génesis 41, 8)

  • Pareció bien el discurso a Faraón y a todos sus servidores, (Génesis 41, 37)

  • y él hizo acopio de todos los viveres de los siete años en que hubo hartura en Egipto poniendo en cada ciudad los viveres de la campiña circundante. (Génesis 41, 48)


“Deus é servido apenas quando é servido de acordo com a Sua vontade.” São Padre Pio de Pietrelcina