Encontrados 24 resultados para: veían

  • y los israelitas veían que su rostro estaba radiante. Después Moisés volvía a poner el velo sobre su rostro, hasta que entraba de nuevo a conversar con el Señor. (Exodo 34, 35)

  • El levita había dado esta orden a sus emisarios: "Digan esto a todos los hombres de Israel: ‘¿Ha sucedido una cosa igual desde que los israelitas subieron del país de Egipto hasta el día de hoy? Reflexionen, deliberen y decidan’". Y todos los que lo veían, exclamaban: "¡Nunca ha sucedido ni se ha visto una cosa semejante, desde que los israelitas subieron de Egipto hasta el día de hoy!". (Jueces 19, 30)

  • El cedro del interior de la Casa tenía bajorrelieves en forma de coloquíntidas y de pimpollos. Era todo de cedro y no se veían las piedras. (I Reyes 6, 18)

  • Las andas eran tan largas que sus extremos se veían desde el Santo, por delante del lugar santísimo, aunque no se las veía desde afuera. Allí han estado hasta el día de hoy. (I Reyes 8, 8)

  • Cuando veían que había mucho dinero en el cofre, el secretario del rey subía con el sumo sacerdote a recoger y contar el dinero que se encontraba en la Casa del Señor. (II Reyes 12, 11)

  • Josías eliminó también a los nigromantes, los adivinos, los ídolos familiares, los fetiches y todas las monstruosidades que se veían en el país de Judá y en Jerusalén, para cumplir las palabras de la Ley, escritas en el libro que el sacerdote Jilquías encontró en la Casa del Señor. (II Reyes 23, 24)

  • Las andas eran tan largas que sus extremos se veían desde el Santo, por delante del lugar santísimo, aunque no se las veía desde afuera. Allí han estado hasta el día de hoy. (II Crónicas 5, 9)

  • Cuando era el momento de llevar el cofre a la administración real por medio de los levitas, si veían que había mucho dinero venía el secretario del rey y el inspector del Sumo Sacerdote, vaciaban el cofre para retirar el dinero y luego lo volvían a colocar en su lugar. Así se hacía cada día, y se reunía mucho dinero. (II Crónicas 24, 11)

  • Muchos sacerdotes, levitas y jefes de familia, ya ancianos, que habían visto el primer Templo, prorrumpieron en llanto, mientras veían poner los cimientos del nuevo; pero muchos otros proferían aclamaciones de júbilo. (Esdras 3, 12)

  • Aunque ustedes me veían comer, eso no era más que una apariencia. (Tobías 12, 19)

  • Cuando le tocó el turno a Ester, hija de Abijáil -que era tío de Mardoqueo, su padre adoptivo- ella no pidió nada fuera de lo que le indicó Hegué, el eunuco del rey encargado de las mujeres. Ester se ganaba la simpatía de todos los que la veían. (Ester 2, 15)

  • Mientras tanto, Israel clamaba con todas sus fuerzas, porque veían que su muerte era inminente. (Ester 13, 18)


“Pense na felicidade que está reservada para nós no Paraíso”. São Padre Pio de Pietrelcina