Encontrados 27 resultados para: vanidad
¡Vanidad, pura vanidad!, dice Cohélet. ¡Vanidad, pura vanidad! ¡Nada más que vanidad! (Eclesiastés 1, 2)
Así observé todas las obras que se hacen bajo el sol, y vi que todo es vanidad y correr tras el viento. (Eclesiastés 1, 14)
Yo me dije a mí mismo: "Ven, te haré experimentar el placer; goza del bienestar". Pero también esto es vanidad. (Eclesiastés 2, 1)
Pero luego dirigí mi atención a todas las obras que habían hecho mis manos y a todo el esfuerzo que me había empeñado en realizar, y vi que todo es vanidad y correr tras el viento: ¡no se obtiene ningún provecho bajo el sol! (Eclesiastés 2, 11)
Y me dije a mí mismo: si la suerte del necio será también la mía, ¿para qué, entonces, me hice más sabio? Y pensé que también esto es vanidad. (Eclesiastés 2, 15)
Y llegué a detestar la vida, porque me da fastidio todo lo que se hace bajo el sol. Sí, todo es vanidad y correr tras el viento. (Eclesiastés 2, 17)
¿Y quién sabe si él será sabio o necio? Pero será el dueño de lo que yo he conseguido con esfuerzo y sabiduría bajo el sol. También esto es vanidad. (Eclesiastés 2, 19)
Porque un hombre que ha trabajado con sabiduría, con ciencia y eficacia, tiene que dejar su parte a otro que no hizo ningún esfuerzo. También esto es vanidad y una grave desgracia. (Eclesiastés 2, 21)
Porque todos sus días son penosos, y su ocupación, un sufrimiento; ni siquiera de noche descansa su corazón. También esto es vanidad. (Eclesiastés 2, 23)
Porque al que es de su agrado él le da sabiduría, ciencia y alegría; al pecador, en cambio, lo ocupa en amontonar y atesorar para dárselo al que agrada a Dios. También esto es vanidad y correr tras el viento. (Eclesiastés 2, 26)
Porque los hombres y los animales tienen todos la misma suerte: como mueren unos, mueren también los otros. Todos tienen el mismo aliento vital y el hombre no es superior a las bestias, porque todo es vanidad. (Eclesiastés 3, 19)
Yo vi que todo el esfuerzo y toda la eficacia de una obra no son más que rivalidad de unos contra otros. También esto es vanidad y correr tras el viento. (Eclesiastés 4, 4)