Encontrados 58 resultados para: tumba vacía

  • me cuento entre los que bajaron a la tumba, y soy como un hombre sin fuerzas. (Salmos 88, 5)

  • El miserable mezquina el pan y tiene su mesa siempre vacía. (Eclesiástico 14, 10)

  • Manjares derramados sobre una boca cerrada son los alimentos depositados sobre una tumba: (Eclesiástico 30, 18)

  • Nada era demasiado difícil para él y hasta en la tumba profetizó su cuerpo. (Eclesiástico 48, 13)

  • En cuanto a los doce Profetas, que sus huesos reflorezcan desde su tumba, porque ellos consolaron a Jacob y lo libraron por la fidelidad y la esperanza. (Eclesiástico 49, 10)

  • Todos los reyes de las naciones descansan llenos de gloria, cada uno en su tumba. (Isaías 14, 18)

  • Porque así habla el Señor, el que creó el cielo y es Dios, el que modeló la tierra, la hizo y la afianzó, y no la creó vacía, sino que la formó para que fuera habitada: Yo soy el Señor, y no hay otro. (Isaías 45, 18)

  • Se le dio un sepulcro con los malhechores y una tumba con los impíos, aunque no había cometido violencia ni había engaño en su boca. (Isaías 53, 9)

  • porque no me hizo morir desde el seno materno: ¡así mi madre hubiera sido mi tumba y su gravidez hubiera durado para siempre! (Jeremías 20, 17)

  • Coloca luego la olla vacía sobre las brasas, para que se recaliente y el bronce se ponga al rojo vivo, para que se fundan las impurezas dentro de ella y se consuma su herrumbre. (Ezequiel 24, 11)

  • Allí está Asiria con toda su asamblea en torno de su tumba, víctimas todos ellos, caídos bajo la espada. (Ezequiel 32, 22)

  • Su tumba ha sido puesta en lo más hondo de la Fosa y su asamblea está en torno de su tumba: ¡son todos víctimas, los caídos bajo la espada, los que sembraban el terror por la tierra de los vivientes! (Ezequiel 32, 23)


“Menosprezai vossas tentações e não vos demoreis nelas. Imaginai estar na presença de Jesus. O crucificado se lança em vossos braços e mora no vosso coração. Beijai-Lhe a chaga do lado, dizendo: ‘Aqui está minha esperança; a fonte viva da minha felicidade. Seguro-vos, ó Jesus, e não me aparto de vós, até que me tenhais posto a salvo’”. São Padre Pio de Pietrelcina