Encontrados 277 resultados para: sueños de José

  • Felipe encontró a Natanael y le dijo: «Hemos hallado a aquel de quien se habla en la Ley de Moisés y en los Profetas. Es Jesús, el hijo de José de Nazaret». (Juan 1, 45)

  • Llegó a una ciudad de Samaría llamada Sicar, cerca de las tierras que Jacob había dado a su hijo José. (Juan 4, 5)

  • Y decían: «¿Acaso este no es Jesús, el hijo de José? Nosotros conocemos a su padre y a su madre. ¿Cómo puede decir ahora: "Yo he bajado del cielo"?». (Juan 6, 42)

  • Después de esto, José de Arimatea, que era discípulo de Jesús -pero secretamente, por temor a los judíos- pidió autorización a Pilato para retirar el cuerpo de Jesús. Pilato se la concedió, y él fue a retirarlo. (Juan 19, 38)

  • Se propusieron dos: José, llamado Barsabás, de sobrenombre el Justo, y Matías. (Hechos 1, 23)

  • En los últimos días, dice el Señor, derramaré mi Espíritu sobre todos los hombres y profetizarán sus hijos y sus hijas; los jóvenes verán visiones y los ancianos tendrán sueños proféticos. (Hechos 2, 17)

  • Y así José, llamado por los Apóstoles Bernabé -que quiere decir hijo del consuelo- un levita nacido en Chipre (Hechos 4, 36)

  • Los patriarcas, movidos por la envidia, vendieron a su hermano José para que fuera llevado a Egipto.Pero Dios estaba con él (Hechos 7, 9)

  • Cuando llegaron por segunda vez, José se dio a conocer a sus hermanos, y el mismo Faraón se enteró del origen de José. (Hechos 7, 13)

  • hasta que vino un nuevo rey que nosabía nada acerca de José. (Hechos 7, 18)

  • Y por la fe, Jacob, antes de morir, bendijo a cada uno de los hijos de José, mientras se inclinaba, apoyado en su bastón. (Hebreos 11, 21)

  • Por la fe, José, al fin de su vida, hizo alusión al éxodo de los israelitas y dejó instrucciones acerca de sus restos. (Hebreos 11, 22)


“Pobres e desafortunadas as almas que se envolvem no turbilhão de preocupações deste mundo. Quanto mais amam o mundo, mais suas paixões crescem, mais queimam de desejos, mais se tornam incapazes de atingir seus objetivos. E vêm, então, as inquietações, as impaciências e terríveis sofrimentos profundos, pois seus corações não palpitam com a caridade e o amor. Rezemos por essas almas desafortunadas e miseráveis, para que Jesus, em Sua infinita misericórdia, possa perdoá-las e conduzi-las a Ele.” São Padre Pio de Pietrelcina