Encontrados 490 resultados para: reino de los cielos

  • El trigésimo octavo año de Azarías, rey de Judá, comenzó a reinar sobre Israel, en Samaría, Zacarías, hijo de Jeroboám, y reinó seis meses. (II Reyes 15, 8)

  • Salúm, hijo de Iabés, conspiró contra él, lo hirió de muerte en Ibleám y reinó en lugar de él. (II Reyes 15, 10)

  • Salúm, hijo de Iabés, comenzó a reinar en el trigésimo noveno año de Ozías, rey de Judá, y reinó un mes en Samaría. (II Reyes 15, 13)

  • Menajém, hijo de Gadí, subió desde Tirsá y entró en Samaría; allí hirió de muerte a Salúm, hijo de Iabés, y reinó en lugar de él. (II Reyes 15, 14)

  • El trigésimo noveno año de Azarías, rey de Judá, comenzó a reinar Menajém, hijo de Gadí, y reinó diez años en Samaría. (II Reyes 15, 17)

  • Menajém se fue a descansar con sus padres, y su hijo Pecajías reinó en lugar de él. (II Reyes 15, 22)

  • El quincuagésimo año de Azarías, rey de Judá, inició su reinado sobre Israel, en Samaría, Pecajías, hijo de Menajém, y reinó dos años. (II Reyes 15, 23)

  • Su escudero Pécaj, hijo de Remalías, conspiró contra él y lo mató en Samaría, en la torre de la casa del rey. Con la ayuda de cincuenta galaaditas, dio muerte al rey, lo mismo que a Argob y Arié, y reinó en lugar de él. (II Reyes 15, 25)

  • El quincuagésimo segundo año de Azarías, rey de Judá, comenzó a reinar sobre Israel, en Samaría, Pécaj, hijo de Remalías, y reinó veinte años. (II Reyes 15, 27)

  • Oseas, hijo de Elá, urdió una conspiración contra Pécaj, hijo de Remalías, lo hirió de muerte y reinó en lugar de él, el vigésimo año de Jotám, hijo de Ozías. (II Reyes 15, 30)

  • Tenía veinticinco años cuando comenzó a reinar, y reinó dieciséis años en Jerusalén. Su madre se llamaba Ierusá, hija de Sadoc. (II Reyes 15, 33)

  • Jotám se fue a descansar con sus padres, y fue sepultado con ellos en la Ciudad de David, su padre. Su hijo Ajaz reinó en lugar de él. (II Reyes 15, 38)


“Menosprezai vossas tentações e não vos demoreis nelas. Imaginai estar na presença de Jesus. O crucificado se lança em vossos braços e mora no vosso coração. Beijai-Lhe a chaga do lado, dizendo: ‘Aqui está minha esperança; a fonte viva da minha felicidade. Seguro-vos, ó Jesus, e não me aparto de vós, até que me tenhais posto a salvo’”. São Padre Pio de Pietrelcina