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Los jefes declararon a la comunidad en pleno: "Nosotros les hemos prestado un juramento por el Señor, el Dios de Israel, y ahora no podemos tocarlos. (Josué 9, 19)
Porque nosotros no podemos darles como esposas a nuestras hijas". Los israelitas, en efecto, habían hecho este juramento: "¡Maldito sea el que entregue una mujer a Benjamín!". (Jueces 21, 18)
Entonces invitaron a todos los príncipes de los filisteos a reunirse con ellos, y dijeron: "¿Qué podemos hacer con el Arca del Dios de Israel?". Ellos respondieron: "Hay que trasladarla a Gat". Así trasladaron el Arca del Dios de Israel. (I Samuel 5, 8)
Luego los filisteos convocaron a los sacerdotes y adivinos, y les preguntaron: "¿Qué haremos con el Arca del Señor? Indíquennos cómo podemos enviarla al lugar donde estaba". (I Samuel 6, 2)
Saúl dijo a su servidor: "Vamos, ¿pero qué podemos llevarle a ese hombre? Ya no queda pan en nuestras alforjas, y tampoco tenemos un regalo para ofrecérselo al hombre de Dios. ¿Qué tenemos?". (I Samuel 9, 7)
Cuando se presentó al rey, este le dijo: "Miqueas, ¿podemos ir a combatir contra Ramot de Galaad, o debemos desistir?". Él le respondió: "Sube y triunfarás; el Señor la entregará en manos del rey". (I Reyes 22, 15)
El rey de Israel reunió a los profetas -unos cuatrocientos hombres- y les preguntó: "¿Podemos ir a combatir contra Ramot de Galaad, o debo desistir?". Ellos respondieron: "Sube, y el Señor la entregará en manos del rey". (II Crónicas 18, 5)
Cuando se presentó al rey, este le dijo: "Miqueas, ¿podemos ir a combatir contra Ramot de Galaad, o debo desistir?". Él le respondió: "Sube y triunfarán; ellos serán entregados en manos de ustedes". (II Crónicas 18, 14)
Zorobabel, Josué y los demás jefes de familia israelitas les respondieron: "No podemos edificar junto con ustedes una Casa para nuestro Dios: la edificaremos nosotros solos para el Señor, el Dios de Israel, como lo ordenó Ciro, rey de Persia". (Esdras 4, 3)
Y ahora, Dios nuestro, ¿qué más podemos decir? Porque hemos abandonado tus mandamientos, (Esdras 9, 10)
pero el pueblo es muy numeroso y estamos en época de lluvias. No podemos permanecer a la intemperie, y además, esto no es cuestión de un día o dos, porque somos muchos los que hemos pecado en esto. (Esdras 10, 13)
Ahora bien, nuestra carne es como la carne de nuestros hermanos, nuestros hijos son como los de ellos. Sin embargo, nosotros tenemos que someter a esclavitud a nuestros hijos y nuestras hijas, y algunas de nuestras hijas ya han sido sometidas. Y no podemos hacer nada, porque nuestros campos y nuestras viñas pertenecen a otros". (Nehemías 5, 5)