Encontrados 38 resultados para: ochenta

  • Así, durante largo tiempo -¡ciento ochenta días!- él hizo ostentación de la fastuosidad de su gloria real y del magnífico esplendor de su grandeza. (Ester 1, 4)

  • Nuestra vida dura apenas setenta años, y ochenta, si tenemos más vigor: en su mayor parte son fatiga y miseria, porque pasan pronto, y nosotros nos vamos. (Salmos 90, 10)

  • "Cuando los enviados del rey blasfemaron, apareció tu Ángel y exterminó a ciento ochenta y cinco mil de ellos. (I Macabeos 7, 41)

  • En el año ciento ochenta y ocho. Los habitantes de Jerusalén y los de Judea, el Consejo de los ancianos y Judas, saludan y desean prosperidad a Aristóbulo, preceptor de rey Tolomeo, del linaje de los sacerdotes consagrados, y a los judíos que están en Egipto. (II Macabeos 1, 10)

  • prometiendo al rey en una entrevista trescientos sesenta talentos de plata, y ochenta de otras rentas. (II Macabeos 4, 8)

  • En sólo tres días hubo ochenta mil víctimas: cuarenta mil fueron muertos y otros tantos vendidos como esclavos. (II Macabeos 5, 14)

  • Luego les enumeró todas las ayudas con que habían sido favorecidos sus antepasados, especialmente en tiempos de Senaquerib, cuando murieron ciento ochenta y cinco mil hombres. (II Macabeos 8, 19)

  • reunió unos ochenta mil hombres y toda la caballería, y marchó contra los judíos. Tenía la intención de convertir la ciudad en un lugar de residencia para los griegos, (II Macabeos 11, 2)

  • Él no tenía en cuenta para nada el poder de Dios, porque estaba engreído con sus regimientos de infantería, sus millares de jinetes y sus ochenta elefantes. (II Macabeos 11, 4)

  • Él hizo su invocación con estas palabras: "Tú, gran Señor, enviaste a tú ángel a Ezequías, rey de Judá, y él exterminó a ciento ochenta y cinco mil hombres del ejército de Senaquerib. (II Macabeos 15, 22)

  • Son sesenta las reinas, ochenta las concubinas, e innumerables las jóvenes. (Cantar 6, 8)

  • El Ángel del Señor salió e hirió en el campamento de los Asirios a ciento ochenta y cinco mil hombres. Y cuando los demás se levantaron por la mañana, vieron que todos eran cadáveres, que estaban muertos. (Isaías 37, 36)


“Uma só coisa é necessária: estar perto de Jesus”. São Padre Pio de Pietrelcina