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o por el cadáver de una hermana virgen, que estaba muy próxima a él, porque aún no se había casado. (Levítico 21, 3)
"Por favor, no nos abandones, le insistió Moisés; tú sabes muy bien en qué lugar del desierto podemos acampar, y por eso nos servirás de guía. (Números 10, 31)
Ahora bien, Moisés era un hombre muy humilde, más humilde que cualquier otro hombre sobre la tierra. (Números 12, 3)
Pero, ¡qué poderosa es la gente que ocupa el país! Sus ciudades están fortificadas y son muy grandes. Además, vimos allí a los anaquitas. (Números 13, 28)
Y divulgaron entre los israelitas falsos rumores acerca del país que habían explorado, diciendo: "La tierra que recorrimos y exploramos devora a sus propios habitantes. Toda la gente que vimos allí es muy alta. (Números 13, 32)
Cuando Moisés repitió estas palabras a todos los israelitas, el pueblo quedó muy afligido. (Números 14, 39)
Ella me vio y se apartó de mí tres veces. Hizo muy bien en apartarse, porque de lo contrario yo te hubiera matado, mientras que a ella la hubiera dejado con vida". (Números 22, 33)
Todas ellas eran ciudades defendidas por altas murallas, puertas y cerrojos, sin contar las ciudades de los perizitas, que también eran muy numerosas. (Deuteronomio 3, 5)
yo les juro hoy, poniendo por testigos contra ustedes al cielo y a la tierra, que desaparecerán muy pronto del país que van a poseer cuando crucen el Jordán. No vivirán allí mucho tiempo, porque serán exterminados por completo: (Deuteronomio 4, 26)
Cuando el Señor oyó las palabras que ustedes me dirigieron, me advirtió: "He oído las palabras que te dijo este pueblo. Todo lo que han dicho está muy bien. (Deuteronomio 5, 28)
Por eso, escucha, Israel, y empéñate en cumplirlos. Así gozarás de bienestar y llegarás a ser muy numeroso en la tierra que mana leche y miel, como el Señor, tu Dios, te lo ha prometido. (Deuteronomio 6, 3)
Y a esa obra del pecado, a ese ternero que ustedes habían fabricado, lo tomé, lo quemé y lo molí, hasta convertirlo en polvo muy fino, y después lo arrojé en el torrente que baja de la montaña. (Deuteronomio 9, 21)