Encontrados 14 resultados para: isla

  • Es a causa del día que llega para arrasar a todos los filisteos, para cortar a Tiro y a Sidón todo resto de ayuda. Porque el Señor arrasa a los filisteos, al resto de la isla de Caftor. (Jeremías 47, 4)

  • Recorrieron toda la isla y llegaron hasta Pafos, donde encontraron a un mago judío llamado Barjesús, que se hacía pasar por profeta (Hechos 13, 6)

  • Avistamos la isla de Chipre y, dejándola a nuestra izquierda, seguimos navegando en dirección a Siria, hasta que por fin, atracamos en el puerto de Tiro, donde el barco debía descargar. (Hechos 21, 3)

  • De allí, partimos y navegamos al resguardo de la isla de Chipre, porque soplaban vientos contrarios; (Hechos 27, 4)

  • Durante varios días, navegamos lentamente y, a duras penas, llegamos a la altura de Cnido. Como el viento era desfavorable, navegamos al resguardo de la isla de Creta hacia el cabo Salmoné, (Hechos 27, 7)

  • En ese preciso momento, se levantó una brisa del sur y creyeron que podrían realizar este proyecto. Zarparon y comenzaron a bordear la isla de Creta. (Hechos 27, 13)

  • Pero muy pronto se desencadenó un huracán llamado Euraquilón, que provenía de la isla. (Hechos 27, 14)

  • Navegando a cubierto de una pequeña isla, llamada Cauda, a duras penas conseguimos recoger el bote salvavidas. (Hechos 27, 16)

  • Pero tendremos que encallar contra una isla». (Hechos 27, 26)

  • Cuando estuvimos a salvo, nos enteramos de que la isla se llamaba Malta. (Hechos 28, 1)

  • Había en los alrededores una propiedad perteneciente al principal de la isla, llamado Publio. Este nos recibió y nos brindó cordial hospitalidad durante tres días. (Hechos 28, 7)

  • A raíz de esto, se presentaron los otros enfermos de la isla y fueron curados. (Hechos 28, 9)


“Menosprezai vossas tentações e não vos demoreis nelas. Imaginai estar na presença de Jesus. O crucificado se lança em vossos braços e mora no vosso coração. Beijai-Lhe a chaga do lado, dizendo: ‘Aqui está minha esperança; a fonte viva da minha felicidade. Seguro-vos, ó Jesus, e não me aparto de vós, até que me tenhais posto a salvo’”. São Padre Pio de Pietrelcina