Encontrados 82 resultados para: indignación

  • en un arrebato de indignación, te oculté mi rostro por un instante, pero me compadecí de ti con amor eterno, dice tu redentor, el Señor. (Isaías 54, 8)

  • Al ver esto, se llenarán de gozo y sus huesos florecerán como la hierba. La mano del Señor se manifestará a sus servidores, y a sus enemigos, su indignación. (Isaías 66, 14)

  • Corrígeme, Señor, pero con equidad, no según tu indignación, para no rebajarme demasiado. (Jeremías 10, 24)

  • Yo no me senté a disfrutar en la reunión de los que se divierten; forzado por tu mano, me mantuve apartado, porque tú me habías llenado de indignación. (Jeremías 15, 17)

  • El Señor devoró sin piedad todas las moradas de Jacob; derribó en su indignación las fortalezas de la hija de Judá; echó por tierra y profanó el reino y sus príncipes. (Lamentaciones 2, 2)

  • Te has cubierto de indignación y nos has perseguido, ¡has matado sin piedad! (Lamentaciones 3, 43)

  • Rueguen también por nosotros al Señor, nuestro Dios, porque hemos pecado contra él, y la ira del Señor y su indignación no se han alejado de nosotros hasta el día de hoy. (Baruc 1, 13)

  • Porque tú has enviado sobre nosotros tu furor y tu indignación, como lo habías anunciado por medio de tus servidores, los profetas, diciendo: (Baruc 2, 20)

  • Serás oprobio y objeto de ultraje, escarmiento y motivo de horror para las naciones que te rodean, cuando yo te inflija justos castigos con ira, con indignación y con violentos reproches. Yo, el Señor, he hablado. (Ezequiel 5, 15)

  • O si envío la peste contra ese país y desahogo en forma sangrienta mi indignación contra ellos, extirpando por igual a hombres y animales; (Ezequiel 14, 19)

  • Derramaré mi indignación sobre ti, atizaré contra ti el fuego de mi furor, y te entregaré en manos de gente brutal, artífices del exterminio. (Ezequiel 21, 36)

  • En mis celos y en el fuego de mi indignación, lo declaro: Sí, aquel día habrá un gran temblor en el suelo de Israel. (Ezequiel 38, 19)


“As almas não são oferecidas como dom; compram-se. Vós ignorais quanto custaram a Jesus. É sempre com a mesma moeda que é preciso pagá-las”. São Padre Pio de Pietrelcina