Encontrados 51 resultados para: huyeron

  • Al oír sus gritos, todos los israelitas que estaban cerca de ellos huyeron, diciendo: "¡Que no nos trague la tierra!". (Números 16, 34)

  • Josué y todo Israel fingieron caer derrotados delante de ellos y huyeron por el camino del desierto. (Josué 8, 15)

  • y los sobrevivientes volvieron la espalda y huyeron al desierto, hacia la Roca de Rimón. Los israelitas capturaron por los caminos a cinco mil hombres y, mientras perseguían a Benjamín hasta Gueba, mataron a otros dos mil. (Jueces 20, 45)

  • Todos los israelitas, apenas vieron al hombre, huyeron despavoridos delante de él. (I Samuel 17, 24)

  • David fue corriendo y se paró junto al filisteo; le agarró la espada, se la sacó de la vaina y lo mató, cortándole la cabeza. Al ver que su héroe estaba muerto, los filisteos huyeron. (I Samuel 17, 51)

  • Al reanudarse la guerra, David salió a combatir contra los filisteos; les infligió una gran derrota y ellos huyeron ante él. (I Samuel 19, 8)

  • David los masacró desde el alba hasta la tarde del día siguiente, y no escapó ni uno solo, con excepción de cuatrocientos jóvenes que huyeron montados en camellos. (I Samuel 30, 17)

  • Los filisteos entablaron combate con Israel. Los hombres de Israel huyeron ante ellos y cayeron heridos de muerte en el monte Gelboé. (I Samuel 31, 1)

  • Entonces Joab avanzó con sus tropas para enfrentarse con Arám, y estos huyeron delante de él. (II Samuel 10, 13)

  • Cuando los amonitas vieron que los arameos habían huido, también ellos huyeron delante de Abisai y entraron en la ciudad. Joab, por su parte, suspendió su campaña contra los amonitas y volvió a Jerusalén. (II Samuel 10, 14)

  • Los servidores hicieron a Amnón lo que Absalón les había ordenado. Entonces todos los hijos del rey se levantaron, montaron cada uno en su mula y huyeron. (II Samuel 13, 29)

  • Pero, al cabo de tres años, dos esclavos de Semei huyeron al reino de Aquís, hijo de Maacá, rey de Gat. Alguien le avisó a Semei: "Mira que tus esclavos están en Gat". (I Reyes 2, 39)


“Menosprezai vossas tentações e não vos demoreis nelas. Imaginai estar na presença de Jesus. O crucificado se lança em vossos braços e mora no vosso coração. Beijai-Lhe a chaga do lado, dizendo: ‘Aqui está minha esperança; a fonte viva da minha felicidade. Seguro-vos, ó Jesus, e não me aparto de vós, até que me tenhais posto a salvo’”. São Padre Pio de Pietrelcina