Encontrados 43 resultados para: horno

  • Hay un crisol para la plata y un horno para el oro, pero el hombre es apreciado por su reputación. (Proverbios 27, 21)

  • Antes del fuego, hay en el horno vapor y humo: así preceden los insultos a la sangre derramada. (Eclesiástico 22, 24)

  • El horno pone a prueba los vasos del alfarero, y la prueba del hombre está en sus conversación. (Eclesiástico 27, 5)

  • con su brazo modela la arcilla y con los pies vence su resistencia; pone todo su empeño en acabar el barnizado y se desvela por limpiar el horno. (Eclesiástico 38, 30)

  • Se atiza el horno para la forja, pero tres veces más abrasa el sol las montañas; él exhala los vapores ardientes y con el brillo de sus rayos enceguece los ojos. (Eclesiástico 43, 4)

  • Su roca huirá aterrorizada, y sus jefes, espantados, abandonarán el estandarte. -Oráculo del Señor, que tiene su fuego en Sión y su horno en Jerusalén-. (Isaías 31, 9)

  • que yo prescribí a los padres de ustedes, el día en que los hice salir del país de Egipto, de ese horno para fundir el hierro. Yo les dije: Escuchen mi voz y obren conforme a todo lo que les prescribo; entonces ustedes serán mi Pueblo y yo seré su Dios. (Jeremías 11, 4)

  • Nuestra piel quema como un horno, por los ardores del hambre. (Lamentaciones 5, 10)

  • El que no se postre para adorarla será arrojado inmediatamente dentro de un horno de fuego ardiente". (Daniel 3, 6)

  • y que todo el que no se postre para adorarla, debe ser arrojado dentro de un horno de fuego ardiente. (Daniel 3, 11)

  • ¿Están dispuestos ahora, apenas oigan el sonido de la trompeta, el pífano, la cítara, la sambuca, el laúd, la cornamusa y de toda clase de instrumentos, a postrarse y adorar la estatua que yo hice? Porque si ustedes no la adoran, serán arrojados inmediatamente dentro de un horno de fuego ardiente. ¿Y qué dios podrá salvarlos de mi mano?". (Daniel 3, 15)

  • Nuestro Dios, a quien servimos, puede salvarnos del horno de fuego ardiente y nos librará de tus manos. (Daniel 3, 17)


“Subamos sem nos cansarmos, sob a celeste vista do Salvador. Distanciemo-nos das afeições terrenas. Despojemo-nos do homem velho e vistamo-nos do homem novo. Aspiremos à felicidade que nos está reservada.” São Padre Pio de Pietrelcina