Encontrados 1612 resultados para: hombre natural
Al oír estas palabras, el centurión fue a informar al tribuno: «¿Qué vas a hacer?, le dijo. Este hombre es ciudadano romano». (Hechos 22, 26)
Se produjo un griterío, y algunos escribas del partido de los fariseos, se pusieron de pie y protestaron enérgicamente: «Nosotros no encontramos nada de malo en este hombre. ¿Y si le hubiera hablado algún espíritu o un ángel...?». (Hechos 23, 9)
Aquí te envío a un hombre que fue detenido por los judíos, y cuando ya lo iban a matar, enterándome de que era ciudadano romano, intervine con mis soldados y pude rescatarlo. (Hechos 23, 27)
Informado de que se tramaba una conspiración contra este hombre, he querido enviarlo allí en seguida, ordenando también a sus acusadores que te expongan los cargos que tengan contra él. Adiós». (Hechos 23, 30)
Hemos comprobado que este hombre es una verdadera peste: él suscita disturbios entre todos los judíos del mundo y es uno de los dirigentes de la secta de los nazarenos. (Hechos 24, 5)
Yo les respondí que los romanos no tienen la costumbre de entregar a un hombre antes de enfrentarlo con sus acusadores y darle la oportunidad de defenderse. (Hechos 25, 16)
Ellos vinieron aquí, y sin ninguna demora, me senté en el tribunal e hice comparecer a ese hombre al día siguiente. (Hechos 25, 17)
Agripa dijo entonces a Festo: «A mí también me gustaría escuchar a ese hombre». «Mañana lo escucharás», respondió Festo. (Hechos 25, 22)
Festo tomó la palabra, diciendo: «Rey Agripa y todos los que están aquí presentes, ustedes ven a este hombre, por quien toda la comunidad judía ha venido a verme, tanto aquí como en Jerusalén, insistiendo a gritos que no había que dejarlo vivir más. (Hechos 25, 24)
Al retirarse, comentaban entre sí: «Este hombre no ha hecho nada que merezca la muerte o la prisión». (Hechos 26, 31)
Cuando los habitantes del lugar vieron el reptil enroscado en su mano, comenzaron a decir entre sí: «Este hombre es seguramente un asesino: se ha salvado del mar, y ahora la justicia divina no le permite sobrevivir». (Hechos 28, 4)
Del mismo modo, los hombres, dejando la relación natural con la mujer, ardieron en deseos los unos por los otros, teniendo relaciones deshonestas entre ellos y recibiendo en sí mismos la retribución merecida por su extravío. (Romanos 1, 27)