Encontrados 382 resultados para: hija de Absalón

  • Yo destruyo a la hija de Sión, a la hermosa, la refinada. (Jeremías 6, 2)

  • Empuñan el arco y la jabalina, son crueles y despiadados, su voz resuena como el mar, van montados a caballo, dispuestos como un solo hombre para la batalla contra ti, hija de Sión. (Jeremías 6, 23)

  • ¡Cíñete un cilicio, hija de mi pueblo, y revuélcate en la ceniza, llora como por un hijo único, entona un lamento lleno de amargura! Porque en un instante llega sobre nosotros el devastador. (Jeremías 6, 26)

  • Ellos curan a la ligera el quebranto de la hija de mi pueblo, diciendo: "¡Paz, paz!", pero no hay paz. (Jeremías 8, 11)

  • El grito de alarma de la hija de mi pueblo se eleva a lo largo de todo el país: "¿No está el Señor en Sión, no está en ella su Rey?". ¿Por qué me han indignado con sus ídolos, con las Vanidades del extranjero? (Jeremías 8, 19)

  • Estoy abrumado por el desastre de la hija de mi pueblo, estoy ensombrecido, la consternación se apoderó de mí. (Jeremías 8, 21)

  • ¿No hay más bálsamo en Galaad? ¿No hay allí ningún médico? ¿Por qué entonces no cicatriza la llaga de la hija de mi pueblo? (Jeremías 8, 22)

  • ¡Ojalá mi cabeza se convirtiera en llanto y mis ojos en fuente de lágrimas, para llorar de día y de noche por las víctimas de la hija de mi pueblo! (Jeremías 8, 23)

  • Tú les dirás esta palabra: Que mis ojos se deshagan en lágrimas, día y noche, sin cesar, porque la virgen hija de mi pueblo ha sufrido un gran quebranto, una llaga incurable. (Jeremías 14, 17)

  • ¿Hasta cuándo irás de aquí para allá, hija apóstata? Porque el Señor crea algo nuevo en el país: la mujer rodea al varón. (Jeremías 31, 22)

  • ¡Sube a Galaad, recoge bálsamo, virgen, hija de Egipto! En vano multiplicas los remedios, tu llaga no cicatriza. (Jeremías 46, 11)

  • Prepara el equipaje para el destierro, hija que habitas en Egipto, porque Nof será una devastación, incendiada, despoblada. (Jeremías 46, 19)


“Se você não entrega seu coração a Deus, o que lhe entrega?” “Você deve seguir outra estrada. Tire de seu coração todas as paixões deste mundo, humilhe-se na poeira e reze! Dessa forma, certamente você encontrará Deus, que lhe dará paz e serenidade nesta vida e a eterna beatitude na próxima.” São Padre Pio de Pietrelcina