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Y vino otro Ángel que se ubicó junto al altar con un incensario de oro y recibió una gran cantidad de perfumes, para ofrecerlos junto con la oración de todos los santos, sobre el altar de oro que está delante del trono. (Apocalipsis 8, 3)
Cuando el sexto Ángel tocó la trompeta, escuché una voz que provenía de los cuatro ángulos del altar de oro que está delante de Dios. (Apocalipsis 9, 13)
Y la voz que había oído desde el cielo me habló nuevamente, diciéndome: «Ve a tomar el pequeño libro que tiene abierto en la mano el Ángel que está de pie sobre el mar y sobre la tierra». (Apocalipsis 10, 8)
La segunda calamidad ha pasado, pero sepan que la tercera está por llegar. (Apocalipsis 11, 14)
En ese momento se abrió el Templo de Dios que está en el cielo y quedó a la vista el Arca de su Alianza, y hubo rayos, voces, truenos y un temblor de tierra, y cayó una fuerte granizada. (Apocalipsis 11, 19)
Esta Bestia ejercía todo el poder de la primera y estaba a su servicio; y logró que la tierra y sus habitantes adoraran a la primera Bestia, a aquella cuya llaga mortal se había cicatrizado. (Apocalipsis 13, 12)
Y el que estaba sentado sobre la nube pasó su hoz sobre la tierra, y esta quedó segada. (Apocalipsis 14, 16)
Entonces otro Ángel salió del Templo que está en el cielo, llevando también una hoz afilada. (Apocalipsis 14, 17)
El séptimo Ángel derramó su copa en el aire, y desde el Templo resonó una voz potente que venía del trono y decía: «Ya está». (Apocalipsis 16, 17)
Después vino uno de los siete Ángeles que tenían las siete copas y me dijo: «Acompáñame, y te mostraré cómo va a ser castigada la famosa Prostituta que está sentada a la orilla de los grandes ríos. (Apocalipsis 17, 1)
Para comprender esto, es necesario tener inteligencia y sutileza. Las siete cabezas son las siete colinas, sobre las cuales está sentada la mujer. (Apocalipsis 17, 9)
Los ríos -continuó diciéndome el Ángel- a cuya orilla está sentada la Prostituta, son los pueblos, las multitudes, las naciones y las diversas lenguas. (Apocalipsis 17, 15)